"En el cuartel de bomberos, es el primer día del sargento luego de sus vacaciones, aunque ver a su jefe siempre le da una extraña sensación, el comandante también lo extrañó, y más de lo que se imagina..."
Regresaba de sus vacaciones, después de casi un mes de inactividad, el regresar de nuevo al trabajo se sentía casi como un regalo.
Además de la ya conocía satisfacción que sentía por su trabajo, la emoción de un nuevo puesto se sentía, Viktor Volkov dejaba de ser solo un cabo y pasaba a ser ahora el sargento del cuerpo de Bomberos de la cuidad.
Siempre le habían gustado los asensos, el sentirse recompensado por su día a día en el trabajo era una sensación extraordinaria, además de que de verdad amaba su oficio.
-Buenos días sargento. - Exclamó un joven bombero al verlo entrar, con una sonrisa y un asentimiento de cabeza fue recibido en la estación de bomberos.
-Hola ¿Que tal? - Contestó, cambiando su habitual saludo y diciendo algo un poco más informal, entrando al comedor de aquella estación y saludando a todos y cada uno de sus compañeros.
Todo se sentía tranquilo, hasta que lo observó fijamente, al otro lado del comedor, acercándose hacia él, con su rostro siempre sonriente.
-Sargento, qué gusto es tenerlo de vuelta aquí, a trabajar. - Exclamó en un tono serio el comandante Pérez, mientras pasaba a su lado y le daba un palmada en la espalda, para después seguir su camino rumbo a su oficina.
El comándate Horacio Pérez era quizás demasiado joven para aquel puesto, sin embargo, se había ganado aquella responsabilidad a base de trabajo y esfuerzo, siempre era el primero en llegar y el último en retirarse, además de trabajar todos los días sin descanso.
Desde que Volkov había comenzado a trabajar ahí hace casi 5 años, aquel moreno con peinado singular había llamado su atención, su dedicación y empeño habían sido siempre una de sus principales cualidades, eran algunas de las características que al ruso más le llamaban la atención.
Sin embargo nunca intentó nada, nunca se acercó y nunca lo trato como algo más que un compañero, era su superior y no quería arruinar aquello con algún malentendido.
-Comandante... -Susurró, pero aquel moreno ya no se encontraba cerca como para poder escucharlo, sin embargo el ahora sargento aún podía sentir su toque en su espalda.
-¿Volvió Volkov, cierto? - Preguntó el subcomandante Gustabo García, cuando notó entrar a su mejor amigo al despacho y tomar asiento en su silla, tras el escritorio.
Una sonrisa se instaló en el rostro del comandante y asintió, mientras se recargaba contra su silla, su camisa azul con el logo del departamento de bomberos se subió un poco por su estómago cuando se estiró.
-Así es, recuerda que ahora es sargento... - Exclamó, con algo de orgullo en su voz, y una sonrisa traicionera apareció de nuevo en su rostro.
-Joder, es verdad, gustarle al jefe tiene sus ventajas... - Gustabo dejó salir una risa, al ver cambiar el semblante de su amigo a uno serio.
-No me gusta, él y yo no tenemos nada, y su asenso se lo ganó a base de trabajo, deja de repetir eso, alguien podría escucharte. - Susurró Horacio, observado hacia la puerta, agradeciendo que nadie estaba cerca, pero se perdió viendo a aquel hombre de cabello grisáceo a la distancia.
Viktor permanecía serio mientras hablaba con sus compañeros, pero cada cierto tiempo su mirada se dirigía a aquella oficina, Horacio suspiró y se pasó una mano por la cara.
