"Te amo, me amas, te prometo que todo saldrá bien.
La pareja tiene que enfrentar el último desafío en su relación, si su amor es real, sobrevivirá a cualquier circunstancia"Horacio apretaba la mano de Viktor con fuerza, no quería soltarlo, no quería dejarlo ir, sabía que el momento de la despedida se acercaba, y por más que deseara no contaba con la capacidad de detener el tiempo, no podía evitar que se fuera.
El último aviso resonó por los altavoces, el vuelo número 373 con destino a Moscú iba a partir, y era el último momento de abordar.
Ambos se pusieron de pie y caminaron hacia las escaleras, detrás de ellas se encontraba el último filtro antes de abordar al avión, hasta ahí podía llegar Horacio.
Viktor se dio la vuelta y lo apretó entre sus brazos, dejando caer su pesada maleta al suelo, y apoyando su rostro sobre su cabeza.
Horacio lo abrazó por la cintura y escondió la cara en su pecho, lo apretó con toda sus fuerzas y respiró su perfume desde su pecho por última vez en un tiempo, cerró los ojos e intentó no llorar, aunque una lágrima traicionera salió sin pedir permiso.
-No mi amor, no llores, no nos separaremos por siempre, solo serán algunos meses, terminarás tus estudios y estaremos juntos de nuevo... - Susurro Volkov, con sus pulgares limpio las lágrimas sobre el rostro del moreno, quien asintió y colocó sus manos en su nuca.
-Son dos años, por regla las relaciones a distancia nunca funcionan Viktor... - Respondió, pero el ruso negó con la cabeza y acarició su mejilla antes de contestar.
-Nosotros no seremos la regla, seremos la excepción, todo va a salir bien, porque ya somos uno. - Esas sencillas palabras cargadas de verdad le hicieron saber a Pérez que todo estaría bien, asintió y poniéndose de puntitas se acercó a los labios de Viktor.
Quien dejó salir un risa y lo besó, pasando sus manos por su espalda, y guardado en su mente aquel beso que sería el último por un largo tiempo.
Fue el beso más corto de todos, pero uno de los más significativo para su relación, al separarse Volkov lo tomó de las manos y las observó unos segundos.
-Solo mira nuestros anillos, quizás no son de matrimonio, por lo menos aún no, pero son de promesa, siempre estaremos uno junto al otro, me acompañarás a todos lados y yo a ti, y antes de que lo notes ya estaremos juntos de nuevo. - Los delgados aros de oro brillaban en sus dedos anulares, como un juramento de algo eterno.
-Te amo, no lo olvides... - Exclamó Horacio, mientras Viktor tomaba su maleta del suelo, y al alejarse las manos que mantenían unidas se soltaron poco a poco
-Yo te amo a ti, con todo mi corazón. - Respondió con una sonrisa en su rostro, se dio la vuelta y se colocó las gafas de sol que traía en el bolsillo de su chaqueta de cuero negra, ayudarían a ocultar sus ojos llorosos.
Horacio lo perdió de vista, la alta figura de su amado desapareció al pasar las escaleras, entonces él también se retiró del lugar, al salir el aire frío de la mañana le dio en el rostro, pero al subir a su auto, un mensaje en su móvil lo hizo sonreír ampliamente.
"Al final si obtuve tu número de teléfono, te amaré todos los días de mi vida, todo saldrá bien... "
Ese sencillo mensaje le dio la señal que tanto anhelaba su corazón, abrazó el móvil contra su pecho y suspiró, dos años podían pasar rápido, lo iba a esperar, ambos lo harían, porque el amor es más fuerte.
Un año pasó, doce largos meses, y su relación se mantenía, se llamaban a diario, se enviaban mensajes todo el tiempo, y cada que se extrañaban sólo tenían que ver la pequeña joya en sus dedos y todo parecía estar bien.