-Horacio yo... -
El ruso bajó la mirada, pero Horacio ya estaba completamente dormido, su cuerpo respiraba tranquilo, y su boca estaba un poquito entre abierta, el cansancio había podido con el.
Viktor lo cubrió aún más con la manta, depositó un beso en su frente y también cerró los ojos, ya hablarían después de su relación.
Horacio no pudo imaginar, ni en sus mejores sueños, la imagen tan bonita que apreció ese día al despertar.
Se encontraba en los brazos del hombre que amaba, sus piernas desnudas se tocaban bajo la manta, y Horacio pensó en la mejor manera de despertar al comisario.
Comenzó a tocar su cara, delineó todas la línea de ella, sus cejas, el perfil de su rostro, su barbilla, y fue bajando poco a poco su mano.
Pasó por su pecho, sus brazos, su estómago, continuaba con aquel recorrido de descubrimiento.
Casi gritó cuando Viktor lo tomó de ambas manos y se posicionó sobre él, lo agarró de las muñecas, una a cada lado de su cabeza.
Horacio primero se sorprendió, pero después sonrió y lo observó a los ojos, brillantes y llenos de júbilo.
Viktor le devolvió la sonrisa, estaba orgulloso de sí mismo y tenía un aspecto absolutamente glorioso con el pelo revuelto y la sombra de una barba sobre su rostro.
Su erección matutina presionaba sobre su estómago.
Sus cuerpos actuaban y no los dejaban pensar,el olor de Viktor era una mezcla de sudor dulce y de un perfume que Horacio había llegado a amar. Era una fragancia que lo embriagaba , y era consiente de ello.
- -Vamos tarde al trabajo, además, aún tienes que ir a tu casa a cambiarte. - Viktor se acercó a Horacio y después de tomarlo del cuello, como le gustaba hacerlo, lo besó fuerte, bajó a su cuello y continuó marcando la piel del de cresta.
-Entonces déjame ir... a menos que quieras que me quede, pídemelo y lo haré. - Respondió Horacio, mientras con sus manos tocaba la espalda del hombre sobre él, y su de su boca salían pequeños gemidos.
-No, hay trabajo que hacer, hora de irnos.... - Y así, como si nada, Viktor se puso de pie, y entró al baño de la habitación.
Dejando a un confundido, y muy extasiado inspector, quien solo suspiró y se dejó caer contra la cama de nuevo, si antes ya adoraba a ese hombre, ahora lo amaba, más que nunca.
Su relación era secreta, nadie tenía conocimiento de ella, cuando estaban con alguien, su trato era el mismo de siempre, formal e incluso frío de parte del ruso.
Pero cuando se quedaban solo, cambiaba la situación, besos salvajes en los vestidores, encuentros en el baño, ese baño donde todo había comenzado, incluso en el despacho del inspector, además todas las noches dormían juntos, en el departamento del ruso.
No habían vuelto a hablar del tema, no tenían ningún compromiso en esa relación, aunque ambos era exclusivos, y sus corazones, antes de que se dieran cuenta, pertenecían uno al otro.
Cierta tarde, se encontraban en una reunión del cnp, Viktor y Horacio estaban sentados uno frente al otro.
Horacio se quitó el zapato, y con su pierna derecha, comenzó a tocar las piernas del comisario, quien casi escupe el agua que estaba tomando, al sentir el contacto, pero después de observar a Horacio, se relajó.
Su pierna subía y bajaba por las extremidades del comisario, era algo incluso tierno, no podía dejar de tocarlo,se había vuelto adicto a la sensación que recorría su cuerpo, cuando su piel y la de Viktor se tocaban, pero entonces, Gustabo se decidió a hablar.
