El comisario estaba a un lado de la carretera, recargado sobre la puerta de su patrulla, él no se involucraba, solo observaba como sus agente se encargaban del control de tráfico que estaban realizando, la noche era fría, y solo la luces de las patrullas iluminaban el camino.
Revisaban vehículo tras vehículo, era un control de rutina, buscaban cualquier cosa ilegal que pudieran portar los ciudadanos.
Autos robados, drogas, e incluso armas fueron confiscadas y los responsables arrestados, todo transcurrían en tranquilidad, el comisario incluso se comenzaba a aburrir, cuando esa conocida voz resonó en el aire.
-¡Joder! De verdad perdí mi licencia, pero le juro que esa arma es mía, mire confísquenla si quieren, me da igual, pero no me va a arrestar... - El chico de cresta gritaba, llamaba la atención de los demás, y los alumnos se comenzaban a alterar.
-Señor, entenderá que tengo que detenerlo hasta averiguar si esa arma de verdad es suya. - El joven alumno no titubeo, el hombre frente a él lo intimidaba pero no iba a ser humillado frente a su superior.
El de cresta se pasó las manos por la cara y suspiró, observando a su alrededor, hasta que su vista fue a dar a la alta figura de Volkov.
Quien se dedicó a observarlo fijamente, notó sus pantalones entallados, su camiseta de un tono rojo con algún tipo de estampado, su chaqueta de igual manera negra, para finalizar en su cresta que ahora lucia de un tono azul.
Horacio sonrió coqueto, su salvación se aparecía justo frente a él, Viktor se acercó lentamente y le habló al alumno.
-¿Algún problema? - Cuestionó, sin observar a Horacio, no quería que notara su nerviosismo.
-Ninguno comisario, voy a procesar al caballero y volveré a seguir trabajando. - Contestó, iba a tomar al de cresta del brazo cuando este se alejó.
-Volkov... ¿De verdad? Joder, no entiendo porque tengo que pasar por esto ¡Es increíble! - Horacio gritó lo último, la atención de todos fue a para sobre ellos.
-Déjeme a mi, vaya a apoyar a sus compañeros, yo me encargo de esto. - Exclamó Viktor, pero observando fijamente a Horacio, el alumno resopló, pero acató la orden de su superior.
-Vamos a ver Horacio, deje de hacer un drama, solo estamos trabajando, si tenemos que arrestarlo pues lo hacemos y ya está. - El comisario se cruzó de brazos mientras hablaba.
-¿Y si no quiero que me arresten que? No tengo ganas de pasar la noche en el calabozo, esa puta arma es mía y lo sabes. - El agente del FBI se acercó al ruso, quien no se movió.
-En realidad no sé si es suya, tendremos que comprobarlo en comisaría. - Viktor lo iba a tomar del brazo, cuando Horacio se alejó y sin pensarlo, exclamó.
-Que ganas tienes de joder ¿No? Déjame en paz, no entiendo tu puta obsesión conmigo... - Horacio le mantuvo la mirada, pero después del silencio que los siguió, se dieron cuente del espectáculo que estaban dando.
El comisario no agregó nada más a la conversación, lo tomó del brazo fuertemente y lo sacó de en medio de todo aquel escándalo, no sin antes gritar.
-Aquí no pasa nada, continúen trabajando, ahora regreso. - Decir que estaba molesto era poco, estaba furioso, caminaron unos cuantos minutos hasta que estuvieron lo suficientemente alejados de todos, se perdieron entre unos arbustos.
Viktor soltó a Horacio y se giró, las luces de las patrullas se veían a la distancia, la luna los iluminaba tenuemente, y la oscuridad los rodeaba.