"Los hermanos salen de fiesta, pero la noche da un giro para uno de ellos, con un desconocido de lo más enigmático, solo por esta noche... ¿Pero de verdad será así? "
-No quiero salir Gustabo, mañana tenemos clases y sabes cómo se ponen papá cuando salimos en domingo. - El chico de corte discreto y cabello oscuro se cruzó de brazos, los apoyó sobre el gran comedor.
-El viejo no está, tiene el turno de noche, regresará hasta mañana... Anda Horacio ¡Quiero salir a divertirme! - El rubio gritó lo último, levantando los brazos y haciendo un pequeño baile.
-Tenemos que estudiar, no siempre te voy a ayudar con tus malas notas Gus... - Exclamó el menor de los dos, mientras se ponía de pie y comenzaba a guardar sus apuntes en una pequeña mochila.
-Anda, ya tendremos tiempo para eso después. ¡La noche es joven! - El chico sonrió y partió escaleras arriba, a su habitación, al final si sería noche de fiesta.
Horacio terminó de guardar sus cosas y con un suspiro se puso de pie, alguien tenía que acompañar a su hermano, no lo podía dejar ir solo, la cuidad era peligrosa y una distracción no le vendría nada mal.
Los chicos se consideraban hermanos, habían crecido juntos, aunque no compartían lazos sanguíneos, Gustabo si era hijo del hombre al que llamaban padre, y Horacio había sido adoptado cuando aún era un niño.
Gustabo tenía 20 años, y Horacio acababa de cumplir los 19, ambos estaban en la academia de policía de los Santos, querían ser oficiales como su padre el superintendente Jack Conway, pero para eso aún faltaban años.
Quizás Horacio lo deseaba más que Gustabo, quería ser un héroe de la vida real, lo soñaba.
Se perdió en sus pensamientos cuando escuchó a su hermano gritar su nombre, rápidamente partió a su habitación, que no quisiera salir no tenía que ser sinónimo de que no se vistiera adecuadamente.
Al llegar al lugar, las luces relucientes iluminaban la puerta, y la gran fila que había a las puertas del lugar, el rubio tomó a su hermano del brazo y abriéndose pasó llegaron a la entrada de aquel establecimiento.
De manera discreta Gustabo le pasó un billete al guardia, Horacio no alcanzó a ver la denominación del mismo, pero solo dejó salir un risa, cuando rápidamente los dejaron entrar.
El lugar estaba lleno, el moreno apretó el agarre sobre el brazo de su amigo, no lo quería perder, su ropa oscura pero con destellos brillantes resaltaba muchísimo con las luces, se sentía guapo y las miradas iban hacia él rápidamente.
Por su parte el rubio llevaba una chaqueta de cuero roja, pantalones oscuros y su cabello perfectamente peinado, como siempre le había gustado usarlo.
Al llegar a la barra pidieron algo de beber, un whiskey cada uno, después de brindar se lo tomaron rápidamente, Gustabo pidió otros dos, mientras que Horacio se daba la vuelta y observaba el lugar.
La música sonaba fuerte, las personas en el centro de la pista bailaban unos contra otros, no había lugar para un alma más, la luz era tenue pero te permitía apreciar el lugar a la perfección, su hermano dijo algo, pero al girar el rostro a la derecha, Horacio lo vió por primera vez.
A dos asientos de su hermano había un hombre que lo observaba fijamente, le mantuvo la mirada, guardando cada detalle de él.
Era alto, se notaba que más que él, tenía el cabello claro, aunque con la luz el moreno no supo adivinar de qué tono era, su mirada era fría, como si quiera leerlo con solo esa acción, Horacio tembló y observó a su hermano, quien no perdió detalle de aquel suceso.
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Au's Volkacio (+18) 💜
Roman d'amourOne shots Volkacio +18 © TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.