LINSTON
Daba pequeños golpecitos al pupitre de mi banca, mientras mi mente intentaba formular una idea clara de lo que había pasado o mejor dicho de lo que Eiden había dicho.
Repasé ciertos cuestionamientos que no dejaban de divagar una y otra vez en mi mente.
¿Qué había pasado entre ellos, entre Jess, Nathan y Samantha?
Tal vez no era algo que debía de incumbirme mucho. Sin embargo, la curiosidad de la magnitud de lo sucedido no dejaba de parecerme intrigante, anudado al hecho de que de cierta manera ya había pasado a intervenir en mis cosas. Y sí, por cosas, me refiero a mi amistad no condicionada con Eiden, o como se le llame a lo que no tenemos.
La clase de biología aún no empezaba. Mi cabeza dolía demasiado (últimamente el dolor de cabeza era una sensación muy presente en mis estados, algo que hace mucho que no pasaba). Necesitaba tomar un poco de aire fresco, ya que el lugar se estaba volviendo sofocante y extremadamente ruidoso. Estaba lleno de ruidos, murmullos entre chicas platicando, algunos cuantos haciéndose los payasitos del salón o haciendo alguna estupidez a gritos. Parecía una jungla ese salón de clases.
Era la única clase que compartía con Eiden y al parecer él había decidido no asistir o por lo menos no entrar durante este periodo, pues estaba muy consciente de su asistencia a clase, después de nuestro altercado en aquel cuarto de intendencia.
El reloj marcó las siete un cuarto y un grito despavorido salió de la boca de Nazer, se podría decir que él era el payaso mayor.
—Vámonos de aquí antes de que llegue la bruja Dopkins —Nazer ya estaba a un paso fuera de la puerta antes de que todos lo siguieran como hormigas.
Incluyéndome, yo no me iba a quedar a esperar que apareciera. Su materia era mi menos favorita.
Una de las reglas escolares era la regla de los quince minutos. Los maestros tenían el derecho de prohibirles el paso a los alumnos después del transcurso de ese tiempo comenzada la hora de clases. Funcionaba igual con los profesores, si se retrasaban, su clase era dada como hora libre.
Así que tomé mis cosas y con la cabeza punzándome y sintiendo que estaba a punto de explotar, caminé por los pasillos de la escuela. Pensaba dirigirme a la biblioteca, ya que era el lugar más pacífico.
—Buuu —gritaron a mis espaldas, provocando que diera un saltito de sorpresa y abriera los ojos como plato. Me giré para ver a esa personita que casi me sacaba el corazón.
Y como lo esperé, Jess estaba parada detrás de mí, con una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Por qué no estás en clases? —chistó colocándose a mi lado—. ¿Ya estás practicando como escaparte de casa para la fiesta?
Sí que no pensaba soltarlo.
Ambas seguimos caminando a paso lento por los pasillos.
—No llegó la profesora Dopkins —aclaré, esbozando una sonrisa con los labios cerrados, sin darle muchas vueltas al asunto.
No quería hablar mucho. No sabía qué podía decir porque en esos momentos, mi mente solo quería preguntar acerca de Samantha. No podía dejar de reproducir esa escena de Eiden molesto, con una ira creciente en los ojos y toda su ira tenía nombre y para mi mala suerte no solo era uno sino dos. Y esos dos eran mis amigos. Mis mejores y únicos amigos: Jess y Nathan.
—Genial, tenía clases con ella en mi tercer periodo —dijo emocionada.
—¿Y tú por qué estás fuera de clases? —comenté casualmente.
ESTÁS LEYENDO
Cicatrices
Любовные романыAllison Hallen llega a un pequeño pueblo junto a sus padres con la esperanza de dejar su pasado atrás o poder comenzar de cero, pero conoce a un chico que de una u otra manera se meterá en su vida. Ambos tienen un pasado tormentoso e incluso un pres...