D.
—Tengo que ir al hospital —fue lo único que logré decir mientras me levantaba de arriba de Eiden.
En ese momento sentía que mis sentidos estaban demasiados sensibles y quebradizos. Tenía los nervios de punta. Solo podía pensar en mi madre. En los problemas que me ocasionaría si ella se enteraba que le estuve mintiendo sobre mi paradero de estos últimos días. No se iba a preocupar, se iba a enojar. Y eso me asustaba.
Deslicé mi cuerpo hasta quedar al borde de la cama y me apresuré a buscar las prendas de las que me había desecho minutos antes. Si antes mi cuerpo se sentía caliente, ahora se sentía frío y expuesto.
Mi vista viajó con velocidad hacia mi sujetador, y cuando estuve a punto de tomarlo noté como una mano me lo impedía. Alcé la vista. Eiden me miraba con una nota de cuestionamiento en el rostro.
—¿Quién te llamó? —me inquirió.
—Mi madre. Me quiere en el hospital...debo...
—No.
—Eide...
—No vas a salir de aquí —me cortó.
Lo miré con una mueca. Mi corazón en mi pecho latía con fuerza y mi pulso en la garganta hacía que sintiera un nudo justo ahí.
—Cree que estoy con Jess...—intenté objetar—. Si no llegó ella...
Negó, apresurado y noté como sus hombros se tensaban ante mis palabras.
—Eiden...—pronuncié su nombre con suavidad, pero no lo hizo ponerse menos tenso. Probablemente era porque por más suave que intentara sonar, no me sentía así, y él lo notaba. Estaba tensa—, dijo que me buscaría, que si no lle...
—Dile lo que quieras. Busca una excusa, pero no vas a salir de aquí.
¿Una excusa? No. No podía. Si Tara quería algo, lo obtenía. Y en ese momento me quería a mí en el maldito hospital. No sabía por qué, aunque debía ser importante. La urgencia en su voz y su petición fue clara. Si no estaba ahí, me buscaría para que lo estuviera.
Negué con la cabeza, en señal de disculpa.
—Voy a ir.
—No. Te estas poniendo en ries...
—¿Entonces qué quieres que haga? —le espeté sin el humor suficiente para detenerme a hablar con tranquilidad.
Estaba entre ese borde. El nervio de mi garganta me apretujaba las palabras. O salían nerviosas y atropelladas o salían duras. Y aunque en mí era normal lo primero, a veces parecía que un poco de la valentía que tenía en mi cuerpo salía.
—No puedo decirle que no iré —le dije—. No puedo inventarle nada porque no la voy a convencer. Me quiere en el hospital, y si no estoy ahí me va a buscar.
—Pues entonces que te busque. Tu maldita madre no es el mayor problema aquí.
—Para ti —alcé mi voz y tiré de mi mano, liberándome de su agarre—. No lo es para ti, pero para mí sí.
—Tus problemas son mis problemas. Y ahora, aunque no me guste, los míos son tuyos. Así que, sí, Allison. Tu madre en este momento está muy por debajo de Jaden...
—Él no está. Dijiste que no estaba —le recordé.
No sabía cómo las palabras salían de mi boca. Solo quería irme y arreglar lo de Tara. Y el hecho de que Eiden no me quisiera dejar ir, me estaba poniendo más nerviosa e irritada. Lo malo de eso era que por más que intentara realmente enojarme no podía. No podía, porque me ponía en su lugar y lo entendía.
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Cicatrices
RomanceAllison Hallen llega a un pequeño pueblo junto a sus padres con la esperanza de dejar su pasado atrás o poder comenzar de cero, pero conoce a un chico que de una u otra manera se meterá en su vida. Ambos tienen un pasado tormentoso e incluso un pres...