Capítulo 40. Momentos.

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MOMENTOS. 

Eiden Blaken.

Cinco.

Cuatro.

Tres.

Dos.

Uno.

...

...

No pasó nada.

El pitido agudo que había resonado segundos antes rellenó el lugar silencioso y se apagó en uno largo.

Mi corazón parecía ajeno a mi propio cuerpo por la velocidad en que latía. Se quería salir de mi pecho que estaba al borde de una taquicardia.

¿Qué rayos había pasado?

Estaba temblando. Creo que lo hacía. O era Allison. Sus sollozos apagados y débiles llenaron mis oídos, perforando el sonido zumbante y ajeno que sentía en ese momento en mi cabeza. El exterior se había casi consumido a nada de una manera asfixiante.

Abrí los ojos con lentitud, como si en algún punto esperara que pasara algo. Como si el mantener los ojos cerrados me mantuviera en esta burbuja en donde nada había pasado.

Nada había pasado.

Nada.

Pero no se sentía bien.

Alcé la mirada y me pasé el dorso de mi mano por los ojos, quitando la nubosidad convertida en lágrimas que había ahí.

Ni siquiera sabía cómo mis ojos habían sido capaces de desbordarse de esa manera. Más de un año sin hacerlo, más de un año sin sentir que me estaba rompiendo porque me costaba sentir con naturalidad al vivir en una mierda, resignado a lo que pasara. Más de un año que se quebraron en dos minutos al sentir que la estaba perdiendo.

Miré todo mi alrededor, esperando algo malo, algo que contrarrestara con fuerza la explosión de adrenalina que se mantenía vigente en mi cuerpo, dejándome casi incapaz de pensar. Porque el sabor amargo en mi garganta no se disolvía a pesar de todo lo que no había pasado, pero debía pasar. No hubo nada, excepto...

Aaron.

Estaba frente a mí.

Miraba los brazaletes que ahora ya no estaban en los tobillos de Allison, sino en el suelo. Estaban intactos, las pantallas en un verde brillante que parpadeaban sin cesar y poco a poco se iban apagando.

Apreté los ojos con fuerza un par de veces, sintiéndome desorientado cuando noté lo que estaba al lado de los brazaletes.

—Huella digital —musitó Aaron aún sin dejar de ver los brazaletes—. Se desactivaban con huella digital.

—¿Có..—me aclaré la garganta al notar como mi voz salía rasposa y débil—. ¿Cómo supiste qué...

Me cortó en un simple encogimiento de hombros como si lo hubiera deducido sin más o como si en ese momento no importara. Su cuerpo se veía agitado y cansado por la forma en que su pecho subía y bajaba, haciendo que todo su cuerpo lo hiciera de forma acelerada.

Siempre fue consciente del entorno, aunque Jaden dijera lo contrario. Tal vez no del entorno que él quería, pero sí del que yo quería y en el que me manejaba.

Y en ese momento algo no estaba bien. No se sentía bien. Y si no se sentía bien, era porque no lo estaba, sin embargo, mi cuerpo se sentía entumecido como para reaccionar como quería sin sentir el impulso de algo fuerte. El golpe anterior todavía me pesaba en la cabeza, en el cuerpo. Todo lo que había sentido antes me dejó en un shock fuerte. Quería cerrar los ojos, livianar mi cuerpo. Descansar.

CicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora