"CHICA ENTROMETIDA"
Tomé el borde de una de las mangas de mi jersey y tiré de ella con un poco de fuerza para lograr cubrir mis manos que ya comenzaban a ponerse blancas por el frío.
Ese era el día. Iría al hospital a visitar a Samantha.
Mis horas en el instituto habían sido un completo augurio. No sé ni cómo logré levantarme de la cama. Cuando me miré al espejo lo único que vi fue un desastre seguro. Unas ojeras enormes adornaban mis ojos; consecuencia de haber estado durante toda la noche con mi cabeza hundida en una almohada mientras o bien maldecía o lloraba sin poder siquiera tomar aire.
A Jess y Nathan les había mentido sobre lo que había pasado la noche anterior. Ellos sabían que había salido de la fiesta porque según mis padres habían ido a recogerme. Eso fue lo que les dije. Una pequeña mentira para tener que evitar hablar de eso, y al parecer no tuvieron problema en creerme.
Por lo que entendí de lo que me habían dicho, Nathan tenía una copia de las llaves del carro de Jess, ya que no era la primera vez que bebía de más y en ocasiones terminaba perdiendo las llaves.
Aunque siendo sincera no les puse demasiada atención a lo que decían. En esos momentos tenía las neuronas más anestesiadas por el sueño de lo que quería. Además de que intentaba no pensar de más porque luego una avalancha de sentimientos me golpeaba y no, no quería recordar lo que había pasado la noche anterior.
Caminaba por una de las calles que me llevarían al sitio donde me encontraría con Aaron.
Pasé mis manos sin ganas sobre mi cara. No tenía ganas de nada.
Yo había aceptado desde un principio alejarme de Eiden. Él me lo había pedido, y aun aunque no quisiera, acepté. No iba a acercarme a él de nuevo, pero después de anoche se sentía tan agrio hacerlo, era peor, era más doloroso.
Ni siquiera estaba segura si él sentía algo.
Eso era lo que más me repetía. Probablemente, ni siquiera estaba interesado en mí. Solo me había usado, pero después tenía que volver aparecer y joder todo.
Sí sentía algo, sus labios contra los míos lo demostraron.
Y yo también sentía algo. Ese algo que me negaba a sentir, lo sentía. Esa sensación de pensar en alguien más, sabiendo que esa persona también lo hace, es fascinante, y a la vez tan destructiva.
Sabes que hay algo. Sabes que hay atracción, qué hay de cierta manera una conexión. Y como pequeña pieza de rompecabeza, sabes que esa persona encaja de una u otra manera en una parte de tus pensamientos y corazón, al igual que tú en los de él. Sabes que ya no solo es unilateral, que puede ser. Y duele que no pasé. Que simplemente el destino o una fuerza superior, diga: No, no quiero que pase y pum, no pasa.
Pero realmente daba lo mismo seguir pensando en eso. Únicamente me torturaba.
Me metí rápidamente en la calle en donde vería a Aaron.
Caminé mirando hacia todos lados, analizando el lugar. Era una pequeña y angosta calle sin salida. Visualicé a unos metros, casi en el fondo, un carro color azul marino, era el único en el lugar así que caminé hacia él.
Cuando ya restaban menos de dos metros, pude ver esa melena castaña que reconocí al instante.
Aaron agitó su mano en un saludo y me indicó en una señal que entrara por el lado del copiloto. Cumplí con su petición y entré lo más rápido posible.
—Hola —solté monótonamente en su dirección alzando una mano.
—Hola, chica entrometida.
— No me llames así, se oye feo.
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Cicatrices
RomanceAllison Hallen llega a un pequeño pueblo junto a sus padres con la esperanza de dejar su pasado atrás o poder comenzar de cero, pero conoce a un chico que de una u otra manera se meterá en su vida. Ambos tienen un pasado tormentoso e incluso un pres...