Capítulo 19. Propuesta.

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PROPUESTA

Esperé unos segundos todavía dentro del closet. No estaba segura de siquiera moverme, temía que en cualquier instante alguien volviera y abriera la puerta sin avisar, encontrándome justo ahí.

No quería ni imaginar qué sucedería si Eiden o peor aún si ese otro hombre me descubriera junto a Samantha. De una u otra manera sabía que Eiden era el menor de mis problemas en un escenario así. No pasaba de una discusión, sin embargo, el aura del otro hombre, aunque fuera más serena, transmitía algo más imponente y tenebroso.

Me mantuve unos segundos dentro. Estaba tan impaciente que mis manos no dejaban de moverse y transpirar en señal de nerviosismo. Mi corazón apenas y parecía que retomaba un ritmo más normal, porque no me había dado cuenta, pero llevaba minutos latiendo casi como si amenazara con salir de mi pecho.

Cuando toda la escena se disputaba afuera, parecía que solo tenía alerta mi oído para oír y todas las demás recepciones de mi cuerpo se hubieran apagado y ahora, sin la inmutación del momento, salían a flote libremente jugándome una pasada.

Un sudor frío me recorría toda la espina dorsal, haciéndome transpirar de los nervios.

Jugueteé con mis manos o mejor dicho casi me quebré los dedos de tanto tronármelos, que lo único que me hizo salir del trance fue el sonido de un clic.

Di un respingo y casi de manera automática miré a través de la rendija de la puerta. Los pocos segundos que le costaron a mis ojos enfocar algo en concreto afuera se sintieron como una tortura, que cuando miré como Samantha se ponía de pie y cerraba la puerta con seguro, pude soltar un suspiró que no sabía que estaba conteniendo.

Me pasé las manos por la cara quitando todo rastro de frustración o pretendiendo eso y por fin salí del reducido sitio.

Ni siquiera supe que decir ante esa situación y antes de que pudiera reaccionar me quedé aún más pasmada en mi lugar, cuando Samantha se limitó únicamente a meterse en su cama, cubriéndose de pies a cabeza con su sábana blanca.

Miré a mi alrededor como estúpida buscando una respuesta inexistente. Samantha estaba hecha un ovillo o esa fue la figurilla que pude notar.

—Saman...— dudé un momento— Samantha, nece...

Siendo sincera no sabía ni qué decir. Era mala consolando personas.

Hice un movimiento de acercarme, pero era como si mis pies tuvieran resorte y apenas daba un paso me regresaban a mi lugar. Permanecí callada y estática en el lugar. Tal vez no quería hablar o que yo la viera así.

Dudé un momento, y vacilé varias veces de ir hacia ella. Y justo en el momento en que di un paso en su dirección, el maldito sonido de mi celular sonó obligándome a desviar mi atención.

Lo saqué de prisa, buscando callar ese sonido infernal, y lo contesté todavía más rápido cuando vi que el nombre de Aaron se reflejó en él.

—¿Aaron? —cuestioné por si las dudas, apenas me lo coloqué en el oído.

—Sí, soy yo —afirmó.

Hubo unos segundos de silencio en el que ninguno dijo nada, hasta que soltó un suspiro cansado y habló:

—Puedes estar por una hora más con ella.

—Sí, claro —acepté al instante sin dudarlo.

Miraba como Samantha ni siquiera se había inmutado por la llamada o dado una señal de vida bajo esas sábanas.

—Solo, que...—la voz de Aaron volvió a sonar, se oía apagada y cansada—. Allison, solo cuídala.

—Sí, no te preocupes —miré a Samantha que seguía envuelta y oculta, antes de mirar hacia otro lado soltando un suspiro—. ¿Tú estás bien?

CicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora