*Si las notificaciones los trajo primero a este capítulo, antes hay otra parte (la primera parte de este) :)*
JURAMENTO.
Eiden Blaken.
La pequeña jeringa atravesó el plástico, tiñendo de un color azul el líquido transparentoso dentro de la cápsula. El plástico que cubría y mantenía el líquido se disolvía apenas entraba en contacto con cualquier líquido exterior, así que Samantha retiró la aguja de dentro y manubrio un par de cosas más asegurando que el contenido no se vaciara.
—¿Cuánto tiempo para qué haga efecto? —le inquirí tomando la cápsula que me estaba extendiendo.
—Veinte minutos apenas entra en el sistema.
—¿Cuándo dura su efecto?
—Cuarenta y ocho horas en un cuerpo sano, pero en las primeras diez la mitad de su cuerpo va a dejar de funcionar, Solo...sería el dolor de su cuerpo descompensándose y bueno...desintegrándose desde adentro.
Asentí, mirando la cápsula entre mis dedos.
—¿Y si el cuerpo no es sano?
—Treinta y seis horas —me aseguró, dándome un pequeño estuche para que la guardara.
Lo tomé y dejé la pastilla en él.
—Tiene los mismos componentes que cualquier corrosivo de limpieza —me informó—. El Minucs puede pasar desapercibido en cualquier estudio clínico, médico o de laboratorio. Es potente así que apenas entre en contacto con saliva dejará una textura quemante que va a pasar desapercibida, hará efecto veinte minutos luego de ser ingerida en la boca y en los órganos después. Así que apenas empiece a sentir malestar no será capaz de hablar.
Asentí entendiendo lo que quería decir. Si la persona no es capaz de hablar, no sería capaz de confirmar si había ingerido o no algún corrosivo por error. Los efectos eran similares, solo que los del corrosivo tenían más posibilidades de ser revertidos. Estos no, eran una muerte lenta y agonizante, pero segura.
—Gracias —musité.
Samantha asintió con una sonrisa ladina y regresó su vista a la superficie de la cómoda en donde había esparcido sus instrumentos.
Me di la vuelta, metiendo la pequeña caja en mi bolsillo y miré como Aaron estaba recargado a un lado de la puerta cerrada, con los brazos cruzados.
—Sabes es arriesgado —me enarcó una ceja.
—Lo sé —mascullé.
—Entonces porqué lo haces.
—Lo sabes.
Me acerqué a la puerta, queriendo salir. No tenía ni las más mínimas ganas de hablar de esto. Me escocía hasta los putos huesos tener que hacerlo. No el hecho, no la mera acción, sino que tuviera que verle la maldita cara. Saber que no se hizo nada en su maldito momento y que él pudo seguir con su vida cuando destruyó la de alguien más.
Ese día en casa de Allison, estuve a punto de hacerlo, estuve a punto de tomar mi arma y descargársela en la cabeza, pero Aaron me detuvo, no podía dejarme llevar por mi ira y hacerlo en su casa sin ningún miramiento. En ese momento nuestra prioridad fue alejarla de ese lugar y del mal que le causaba estar ahí.
Me detuve de golpe cuando la mano de Aaron se ciñó en mi brazo, impidiéndome avanzar.
—Sabes por qué estamos aquí ¿cierto? —me soltó con voz seria.

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Cicatrices
RomanceAllison Hallen llega a un pequeño pueblo junto a sus padres con la esperanza de dejar su pasado atrás o poder comenzar de cero, pero conoce a un chico que de una u otra manera se meterá en su vida. Ambos tienen un pasado tormentoso e incluso un pres...