Extra. Nuevos integrantes.

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Notita: Voy a referirme a la pareja de Sam como: "pareja", porque aún no le he dado nombre y también para evitar spoilers.


NUEVOS INTEGRANTES


Eiden Blaken.

—¡Ya están aquí!

Me hice a un lado cuando Allison pasó correteando a mi lado. Traté de atraparla en el camino, sin embargo, se deslizó de mis brazos mientras trataba de quitarse el mandil que llevaba puesto.

Me reí al verla bufar desesperada al no poder deshacer el nudo de su espalda, haciendo que se detuviera con el ceño fruncido.

Me acerqué a ella con una sonrisita.

—No se van a ir a ningún lado, cariño.

Chasqueó la lengua remilgando como a ella le encantaba, pero con una mueca ansiosa dejó caer sus brazos mientras yo me encargaba de quitarle el mandil.

—Tú no sabes eso, tal vez y se cansan de esperar ¡Escucha! —chilló cuando el timbre volvió a sonar—. ¡Rápido, cariño, que ya debo abrirles!

Le quité el mandil y antes de que pudiera salir corriendo hacia la puerta, la retuve de la cintura pegando su espalda a mi pecho para poder inclinarme y besar sus mejillas.

—¡Eiden! —Chilló entre risitas al igual su cuerpo se ponía más dócil y dejaba de tratar de huir, a lo que yo sonreí dejando un último beso en su cuello.

—Cuando estás nerviosa eres tan hiperactiva —le dije en el oído.

—¡Ya quieren entrar!

—Pueden esperar.

—¡Yo no!

Me reí y comencé a avanzar con ella.

—Vamos a ir los dos porque si sigues corriendo como llevas desde hace una hora, te vas a caer.

No se había podido estar quieta desde que miró el reloj y con un chillido entró a la cocina para preparar aperitivos para nuestros invitados. Jamás la había visto poner tanta dedicación en las tartitas que estaba haciendo como hoy.

Allison rodó los ojos, pero, aun así, dejó que la guiara hacia la puerta de la casa.

—Siempre con tus regaños —chistó.

—No son regaños, trato de cuidarte a ti y al...

—Bebé —dijo ella con una sonrisita—, yo también cuido al pequeño frijolito, por eso no corro tan rápido.

—No correr sería mejor.

—¡No seas extremista! Eso dejémoslo para cuando mi panza sea enorme —me dio una miradita—. Cuando el pequeño frijolito pase a ser un balón de fútbol.

Pequeño frijolito, Allison tenía apenas un mes de embarazo y desde que había leído que un bebé de ese tiempo era del tamaño de un frijolito, lo llamaba así.

A veces me costaba asimilar que alguien tan pequeñito estaba creciendo en su vientre. Era un pedacito mío y de ella, que en algún momento tendríamos en nuestros brazos, en nuestras vidas, gateando y después corriendo por los pasillos de esta casa.

Sin embargo, para eso faltaba mucho o por lo menos algunos meses. A veces me tenía que recordar eso porque si no estaba ya queriendo saltarme momentos por imaginar unos demasiado a futuro, como por ejemplo ahora, que estábamos a punto de decirle a los demás de la llegada de un nuevo integrante a nuestra familia.

CicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora