Capítulo#40

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Observo horrorizada como la sangre brota del cuerpo inmóvil de Rebekah expandiéndose y formando un charco oscuro a su alrededor.

Está muerta.
Dios mío, la he matado.

Pienso presa del pánico y el desasosiego mientras llevo mis manos que tiemblan sin control a la herida en su cabeza en un vano intento por detener la hemorragia.

No,no,no.
No puede ser.
No puede estar muerta. 

Repito a modo de mantra poniéndome de pie para correr a toda prisa en busca de mi teléfono.

Una vez que lo tengo regreso a su lado mientras llamo a emergencias.

Me toma tres intentos marcar el número correctamente y apenas soy capaz de hablar lo suficiente para pedir una ambulancia.

Ni siquiera soy conciente de en que momento termina la llamada,todo lo que sé es que estoy sentada en el suelo muy cerca de Rebekah mientras las lágrimas salen de mis ojos sin control.

Yo no soy una asesina.
No soy una asesina.

Repito una y otra vez mientras abrazo mis rodillas manchando la falda de mi vestido con el viscoso liquído carmín.

Mi vista queda prendida en la mancha oscura.
Un temblor sacude mi cuerpo y mis sollozos aumentan de nivel.

¿Dónde estás, Dante?
Te necesito.
Yo... Te necesito.

Murmuro entre hipidos tomando mi móvil del suelo.
Mis dedos marcan su número casi por inercia.

Un tono, dos, tres...
La voz de la contestadora aniquilando mi poca esperanza en solo un par de segundos.

¿Qué voy a hacer?
¿Dios mío, qué voy a hacer?

Pregunto a la nada mientras empiezo a sentir que todo da vueltas a mi alrededor.

Por favor, que alguien me ayude.

Suplico entre lágrimas y me dejo caer poco a poco pegando la frente contra el frío suelo.
Entonces, un fuerte estruendo me hace sobresaltar y levantar la vista a duras penas para encontrar al oficial Jones junto a la puerta de entrada seguido de dos policías armados y un par de paramédicos.

*****

Lo primero que hice al ver a aquellas personas fue volver a echarme a llorar.

Aunque esta vez fue de puro alivio, aún más cuando uno de los paramédicos nos comunicó que Rebekah estaba viva aunque gravemente herida.

Señorita Reynolds ahora que la doctora Alvarado ha suturado el corte en su brazo y ha comprobado que todo está bien con usted y sus bebés deberá acompañarme a la estación para prestar su declaración formal.

Me comunica el agente Jones devolviéndome al presente.

Yo asiento sumamente nerviosa y él parece notarlo porque coloca su mano en mi hombro dándole un ligero apretón en un gesto que pretende ser tranquilizador.

Amore Italiano © [Terminada/Editando] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora