Capítulo#49

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El viaje de vuelta transcurrió sin contratiempos. Pasé la mayor parte del tiempo dormitando plácidamente a excepción de las veces que Dan me hacía despertar para prácticamente obligarme a comer. Amaba a ese hombre con la vida, pero juro por Dios que Dante Di Livio y su tozudez podían ser un auténtico dolor en el culo. Sobre todo cuando no entendía que mi vientre ya estaba suficientemente lleno con los mellizos como para albergar toda esa cantidad insana que el quería que comiera.

Luego de 8 horas el jet aterrizó en el aeropuerto. Esta vez en el de la ciudad donde estaba nuestro hogar.

"Nuestro hogar" decirlo aunque fuera en mi mente me ponía la piel de gallina de pura emoción.
Estábamos juntos, íbamos a tener dos hermosos pequeños y teníamos el apoyo incondicional de una hermosa familia. Era simplemente maravilloso.

¿Amore?

Lo escuché susurrar sacándome de mis pensamientos mientras guardaba la última maleta y subía junto a mí en el auto.

¿Si?

Respondo tras un suspiro feliz.

Él niega con una sonrisa bailando en sus carnosos labios.

Parecías ida.
Pero por lo visto esa linda cabecita tuya estaba en algún lugar feliz.

Comenta mientras enciende el motor.

Yo sonrío y asiento en respuesta.

Él se rasca la barbilla con aire pensativo.

¿Y en ese lugar feliz estaba yo también, de casualidad?

Pregunta con genuina inocencia luego de unos segundos arrancándome una fresca carcajada.

Yo asiento de nuevo.

Tú, Dante Di Livio eres mi lugar feliz. No lo dudes nunca.

Añado una vez la risa cede.
Él asiente satisfecho con el orgullo brillando en sus ojos cerúleo. Entonces toma mi mano izquierda y deja un cálido beso en la palma.

Tú tambien eres mi "ricordo felice", amore*

Replica con una de esas sonrisas que me desarman antes de poner el coche en marcha rumbo a casa.

Yo suspiro de nuevo sintiéndome ligera y feliz.
Feliz de estar de vuelta.

*****

Estaba irritada, sudorosa y molesta, pero sobre todo estaba empezando a arrepentirme de haber dejado la éxotica y siempre maravillosa Italia para regresar a casa. Si no fuera porque los únicos críos aquí eran los mellizos en mi vientre juro que me habría tirado al suelo a hacer una rabieta.

Venga piccola, no seas una cría.

Intenta tranquilizarme, sin éxito una vez más Matteo.

Yo bufo mientras seco el sudor de mi frente con el dorso de mi mano.

No me pidas que me comporte.
He llegado hace tres horas de un pequeño paraíso para toparme con este infierno.
¡¿Por que rayos hace aquí tanto calor?!

Exclamo mortificada.

¡Oh si! Ya lo recuerdo.

Añado con ironía.

Porque Ann ha intentado dárselas de electricista y se ha cargado la climatización de la casa.
O quizás porque Noelle le ha prendido fuego a mi cocina...

Amore Italiano © [Terminada/Editando] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora