Capítulo#47

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El viaje a Nápoles duró alrededor de dos horas.
Esta vez me mantuve despierta a pesar de que la tensión vivida en casa de Stephano y la agotadora travesía le estaban pasando factura a mi cuerpo.

Dante permaneció a mi lado durante todo el trayecto, asegurándose de que estuviese cómoda y nada me faltara, pero apenas hablaba conmigo.

Estaba más callado y retraído que de costumbre y eso me inquietaba, aunque lo entendía; la situación lo había afectado en maneras que yo desconocía y estaba intentando muy duro lidiar con ello.

Sabía que le tomaría tiempo asimilarlo todo y entonces, cuando estuviera listo volvería a mí. Esta vez definitivamente.

*****

El aterrizaje en el aeropuerto de Salermo fue bastante tranquilo.
El mismo coche gris de antes aguardaba a nuestra llegada junto a la pista.

Dante me guió hacia él en silencio mientras un agente de rampa llevaba nuestro equipaje y lo guardaba en el maletero.

Una vez terminada su función Dante lo despidió con un agradecimiento y nos pusimos en marcha.

En esta ocasión el destino de nuestro viaje no me era desconocido.
Viajábamos a Positano, una de las joyas de la corona de Italia. Un precioso paraíso costero ubicado en las orillas del golfo de Salermo.

¿Amore?

La voz de Dante me recorre como una brisa cálida trayéndome de vuelta al presente.
Yo giro a mirarlo.

Positano es la primera parada de nuestra luna de miel.
Es un sitio hermoso. Vas a amarlo.

Asegura tomando mi mano por encima de la palanca de cambios.

Yo le ofrezco una amplia sonrisa en respuesta antes de devolver mi vista a la ventanilla no queriendo perderme ningún detalle del espléndido panorama que se despliega frente a mis ojos.

Dante suelta una risita baja ante mi atontada expresión.

La ruta de la Costa Amalfitana es sin lugar a dudas una de las más bellas del mundo. Hace que sea imposible apartar la vista.

Comenta tras unos segundos besando mi mano. Y yo no podría estar más de acuerdo.

La angosta y sinuosa carretera serpentea por las paredes de los acantilados ofreciendo una vista espectacular de las murallas de roca y el intenso azul del horizonte.

Es verdaderamente hermoso.

Concuerdo volviendo a mirarlo.
Él me da una sonrisa torcida.

Tú eres verdaderamente hermosa.

Replica antes de dejar un beso fugaz sobre mis labios.

Yo sonrío feliz sintiendo que la tensión finalmente abandona mi cuerpo y me permito relajarme.

El resto del trayecto transcurre entre besos, risas y descripciones detalladas sobre los místicos pueblos que cuelgan sobre los riscos.

Amore Italiano © [Terminada/Editando] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora