Al cabo de un rato, todos los amigos de Rafael se instalaron en el salón. Eran las nueve de la noche de entre semana, por ende, solo debía esperar que pasasen cuatro horas (cinco como mucho).
¡Jesús! ¡Qué mal se me da socializar!
Por suerte, mi móvil comenzó a vibrar y hallé la excusa perfecta para separarme del grupo.
—Dime —contesté alejándome del ruido.
Desde luego, había atendido la llamada para tomarme un respiro. En la mesa, me sentía fuera de lugar. Todos bebían, apostaban, gritaban y hablaban de quien sabe qué.
"Vale. Tengo una buena y una mala noticia" habló mi hermano. Valentino no era muy dado a las conversaciones largas, de modo que no me asombró que se saltase el saludo y el interrogatorio. "¿Cuál quieres primero?"
—Es lo mismo —respondí con un suspiro.
¿Qué podía ser peor?
"Primero la buena, entonces" proclamó tras pensárselo en silencio. "Dylan y yo hemos reunido poco más de mil euros. Te lo daremos todo".
Reprimí el deseo de dar volteretas. Quizás el dinero no iba a servirme para toda la vida, pero sumado a lo que tenía me alcanzaba para salir corriendo de ahí.
El problema es que aún quedaba una mala noticia por oír:
"Mamá retiró los fondos de tu universidad" reveló antes de que saliese a despedirme como un idiota que cree haber ganado la lotería. "Está empeñada en hacerte volver, ahora quiere cortarte el grifo y ambos sabemos que va a seguir".
Mi madre amaba sentirse necesitada y por mucho que le costase verlo, me estaba asfixiando. De pronto, ya no pude seguir justificándola.
"A lo mejor deberías hacerle caso, o fingir que se lo haces. Te cubriré si hace falta" sugirió en su intento por apoyarme.
Lo cierto es que ya lo había pensado como plan de emergencia, pero la quería y no iba a dejar que ese sentimiento se empañase.
—Déjalo —dije soltando una exhalación. Había estado tan distraído que cuando me di cuenta, Lula estaba delante de mí—. Ya me apañaré solo.
La chica se me quedó viendo con los párpados entrecerrados a la vez que alargaba su cuello hacia mi móvil.
—¿Qué ha pasado?
—Nada.
Ésta no pareció convencida, sin embargo, elevó sus hombros.
—Hagamos una cosa —propuso caminando hacia atrás—. Yo finjo que te creo si tú sales un rato.
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Tres es la medida
Teen Fiction¿¡Ella sale con dos chicos a la vez!? Puede que sí, pero su historia no va de infidelidades sino de descubrimiento. De experimentar con el corazón, y de ir más allá de las relaciones normativas. Lula ha terminado con su novio de toda la vida, el pr...