Y aquí vamos... No sé por qué mirar en el ayer me hace sentir como si estuviera viendo la película más patética y mal actuada del mundo. Pero, es así.
Voy totalmente en serio, cuando me visualizo en el pasado, no puedo dejar de pensar en lo ridícula que debí haberme visto en ese momento.
Dejad que os ilustre.
—He esperado tanto de ti, no porque sea una tonta, sino porque pensé que algún día me cansaría y me iría tan tranquila de tu vida, pero hoy... —callé conteniendo las ganas de golpearlo—. ¡Hoy!... —es que soy imbécil porque después del grito se me ocurrió llorar, pero venga, que en lugar de madrearlo y largarme, insistí en terminar con mi línea—. Es que hoy quiero que la vida me devuelva hasta el último segundo que desperdicie en ti.
Fin.
Es un momento de absoluta vergüenza, así que voy a dedicarme un minuto para enterrar todo rastro de ese recuerdo. Amén.
—Pero es que tú te quieres unir a una secta o ¿qué? —se burló Rafael.
—Bueno, eres tú quien se está acostando con toda la gente a mi alrededor, quizás lo de la secta sea cosa tuya —lo acusé aún más enojada por no hallar ningún indicio de arrepentimiento—. Estefanía, Nancy, Layla, Carlo, Mateo...
Comencé a enumerar consciente de que no se estaba inmutando en lo más mínimo por mis palabras.
—No es cierto —negó y por primera vez me atreví a empujarlo para salir de su habitación—, lo de Carlo no cuenta... —vaciló antes de seguir hablando—. Solo fuimos a beber.
—Vale —me planté en medio de las escaleras cuando vi que Ángel, Dominico y Lindsay estaban en el salón viendo la televisión—. Entonces no te acostaste con mi compañero de trabajo, pero sí con el resto.
—¿No aclaramos que sería una relación abierta sin más? —se defendió frente a sus amigos, quienes amablemente trataron de fingir que no estaban escuchándonos.
—Ya, pero paso de tener que darles esa explicación a todas las personas que conozco —sentencié muy firme para luego ironizar: —Hola, soy Lula, tengo veinte años, trabajo en un restaurante y ¡ah, sí!, estoy en una relación abierta así que, no te mosquees si mi novio pasa por aquí e intenta follarte en el baño.
—Está bien, no volveré a hacerlo.
—Te recuerdo que hemos tenido esta conversación cuatro veces ya.
—Cinco —intervino Dominico recibiendo una patada por parte de Lindsay—. ¡Auch! Solo decía que os estabais olvidando de Angie.
—Ah sí —me regresé furiosa para encarar a Rafael—. Esa bruja desgraciada.
—Que boquita —volvió a terciar Dominico, pero esta vez fue callado por el mismo Rafael, quien arrojó uno de sus zapatos hacia el lugar de donde provino la voz.
Terminé de bajar las escaleras para encontrarme con el séquito de Rafael, los cuales disfrutaban plácidamente de la televisión.
—Podéis dejarnos solos —gritó mi novio.
—No hace falta —les dije—. Ya no tengo nada más que hablar contigo, terminamos.
En aquel momento, solté esa frase por pura costumbre. No era la primera vez que daba por terminada nuestra relación y, sinceramente no pensé en aquella como la última vez que iba a decirla. Por más patético que suene, ese "terminamos", era más parecido a un "cállate ya".
—¿Hasta cuándo? —cuestionó y esa fue la frase que acabó con todo.
Aquella pregunta menospreciaba mis motivos, mis palabras y hasta mis sentimientos. De modo que, sin ningún filtro, ni razones para contenerme, solté:
—Te diré solo una cosa. Nadie... —apunté hacia sus amigos que nos veían incómodos desde sus asientos—. Ni tan siquiera yo, estaría a tu lado si no tuvieras dinero o ese bonito coche de afuera, que sinceramente no dice nada de ti, más que el hecho de que no eres nada sin la atención de otros.
Mentira. Lo estaba lastimando, lo conocía muchísimo para saber las palabras exactas para destruirlo.
Seguí: —Eres una puta mentira que no puedo quitarme de encima porque te necesito, o bueno no, necesito de tu dinero, ya que no tienes ninguna personalidad más allá de ser una billetera andante.
Rafael me había ayudado varias veces, aunque en la mayoría de ellas había tratado de no dejar rastro de su intervención. No quería ofenderme, pero tampoco quería que lo viese como una buena persona.
Y así acabé con él: —No eres una buena persona.
Me arrepentí en el mismo segundo de soltar esa frase.
No había dicho una palabra y, sin embargo, tenía claro que había mordido directo a la yugular. Fui capaz de utilizar sus confesiones y sus debilidades con tal de quebrantar esa expresión de indiferencia.
—¿¡Y qué!? —gritó logrando que sus amigos se levantaran con la intención de contenerlo—. Qué más da si tengo amigos gracias al dinero, que al menos sirva de algo ¿no? —fingió no estar afectado pero podía ver en sus ojos el dolor que le habían causado mis palabras: —¿También hablaste de mi coche?
Quise irme, pero me detuvo para que escuchara todo lo que tenía por decir: —Me gusta ese coche porque es caro, porque cuando la gente lo ve, piensan en lo rico que soy y en lo pobres que son a comparación. Me gusta esa sensación de tener algo que nadie más tiene.
—Déjalo ya —le aconsejaron sus amigos.
—Pero tú no eres diferente a ese coche para mí —los ignoró—. No te veo como mi novia, sino como a un puto coche. Mientras la gente te vea y piense en lo afortunado que soy, me da igual la mierda que vayas soltando de mí... Te tengo a mi lado por eso y, solo por eso.
Rafael era como un niño pequeño haciendo una rabieta, sin percatarse que nada volvería a ser como antes cuando se le pasara el mal rato.
Aun así, la diferencia entre mi ataque y el suyo, era que yo había calculado mis palabras con tal de exponer sus inseguridades, mientras él respondía a mis acusaciones de la forma más hiriente que se le fuese ocurriendo.
Contuve las lágrimas lo mejor que pude. Rafael no era la persona que tenía en frente, no obstante, tenía que ser realista y enfrentarme al hecho de que me había enamorado, como una infeliz, de un hombre que no me veía del mismo modo que yo lo veía a él.
Ese era el fin y el comienzo.
Salí de su casa pensando que esta vez sí habíamos terminado en serio.
EL RAFA
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Tres es la medida
Teen Fiction¿¡Ella sale con dos chicos a la vez!? Puede que sí, pero su historia no va de infidelidades sino de descubrimiento. De experimentar con el corazón, y de ir más allá de las relaciones normativas. Lula ha terminado con su novio de toda la vida, el pr...