33: Dos 🌊

1.4K 184 139
                                    

Dios. No sabía si subir este capítulo (whatever).

 No sabía si subir este capítulo (whatever)

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Lula retrocedió muy segura de sí. Lo siguiente que hizo fue quitarse la ropa. Prenda a prenda expuso su cuerpo sin dejar de sonreír. No pude hacer nada más que parpadear. Al final, lo único que quedaba era su ropa interior.

—¿Y bien?

—Perfecta —la alabó—. Pero es una pena que no hayas jugado la carta de la sorpresa.

—Tengo mejores trucos en mente.

Sus pupilas se dilataron al instante. Jamás cedería ante nadie (eso era un hecho).

Cerré los ojos e imaginé el futuro. Era exactamente igual que el presente. Porque esto me encantaba. De pronto, sentí su mano. Siseé y levanté mis caderas para que me quitase el pantalón.

—Hostia, qué sensible —señaló él.

—Cierra la boca, maldita sea.

Lo oí reír, aunque tal como se lo pedí, no volvió a hablar. Mordí mis labios. Todo ocurría demasiado rápido. Mi polla se iba llenando poco a poco, lo normal cuando te estrujan las pelotas y salivan por debajo de ellas.

—Hala, menuda herramienta.

Aguanté un gemido. Mi cuerpo parecía disfrutar de este tipo de comentarios.

—Puedes no mirarme el paquete, por favor.

—Eso intento.

Contuve la respiración al ver cómo desaparecía mi eje en la boca de Lula. Me retorcí un par de veces, pero no me dejé llevar. Al menos, eso creo.

Su forma de engullir era mortal. La adrenalina estaba emborrachándome.

—¿Y bien? —pausó.

—No ha estado mal.

—¿Cómo dices?

Rafael se aproximó hacia ella con una leve sonrisa. Lo miré fijo y me odié por ello. Durante esa fracción de segundo, nuestros ojos se habían encontrado. Fue extremadamente perverso.

—¿Qué quieres que te diga? No eres nada sutil —dijo a su espalda—. El sexo es ochenta por ciento expectación. Lo suyo es que ataques primero al cerebro. Si lo haces, os habréis ganado el mejor orgasmo de vuestras vidas.

—Sé lo que hago. Esto se me da bien.

—Ves, ese es el problema —Cruzó los brazos—. Lo quieres hacer todo a la vez.

Y en ese momento llevó un dedo a la piel de Lula. Ella se estremeció. La tocó de arriba abajo, lento y hábil, asegurándose de no rozar su centro. Aquello provocó que Lula gimiese.

—Puedes subir las piernas —Se giró ahora hacia mí.

—¿¡Qué!?

Rafael bufó exasperado. —Simplemente hazlo, ya os prometí no participar.

Tres es la medidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora