18: En medio de la oscuridad 💄

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Después de horas dedicadas a mis cavilaciones solucioné que lo mejor era enfocarme en mis actuales responsabilidades, las cuales consistían en trabajo, estudios y Gonzalo

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Después de horas dedicadas a mis cavilaciones solucioné que lo mejor era enfocarme en mis actuales responsabilidades, las cuales consistían en trabajo, estudios y Gonzalo. Este último ya no parecía necesitarme, pero traté de pasar la mayor parte de tiempo en casa por si ocurría algo.

La presencia de Sylvia apenas se notaba, es decir, ni siquiera coincidíamos.

Por otro lado, estaba Olivia. Iba a casarse y en cierta ocasión apareció para reorganizar los horarios. Fue una aparición muy breve, sin embargo, me pidió acompañarla a una tienda de vestidos.

Por supuesto, accedí. Había escogido un sábado, de modo que también me daba una excusa para salir.

—Eh, Lula —llamó Olivia acercándose a mí—. ¿Te estás aburriendo?

Negué con la cabeza a la vez que me sumergía en la tienda.

—Puede que prefieras pasar tu día libre con tu novio, pero gracias por acompañarme.

—Lo hemos dejado —admití sin apartarme de los lujosos vestidos del escaparate—. Ahora, no creo que quiera verme de nuevo.

Lo dije como si no me importara, pero sentí una punzada de melancolía.

—Estar aquí me distrae bastante de eso.

—Se te veía contenta —observó perspicaz.

—Lo estaba.

Ambas callamos al advertir que otra dependienta se acercaba a nosotras.

—¿Has intentado disculparte? —cuestionó tomando el primer vestido—. Es lo que se hace cuando te equivocas, creo yo. Pero vamos, es tu decisión.

—Ya, claro, es solo que no sé si quiera perdonarme.

La miré con una sonrisa cuando examinó la tela y el acabado. Era la primera opción, pero sus ojos brillaron apenas lo tuvo entre sus manos. El diseño destacaba por su simplicidad.

—¿Sabes? Últimamente he pensado mucho en Rafael —dijo mientras le preparaban el vestido—. Quizás sea porque me voy a casar, pero no quiero empezar una nueva vida sin asegurarme de que está bien.

Reflexioné sus palabras durante un segundo. Era cierto que no le había pedido perdón, pero temía que mi sola presencia lo ofendiese aún más. Theo era sensible y no sabía si un "lo siento" le serviría de algo.

Por otro lado, Olivia sí que podía intentarlo. Rafael ya era un adulto y algún día tendría que reconocer los esfuerzos que hacían por él. Desde luego, no lo juzgaba por la distancia que trazó, pero le urgía algo de paz.

—No lo sé, tendré que pensármelo.

Valeee —rio medio cerrando la puerta—. Pero que sepas que no me estaría casando si me lo hubiese pensado tanto.

Tres es la medidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora