De pronto, todo era diferente.
La verdadera catarsis comenzó en un supermercado. Y sí, sé que no es nada del otro mundo. Sin embargo, el universo no colabora para hacer épicas mis historias.
—¿No es Lula? —apuntó mi hermano, Dylan.
¡SÍ!
—No —respondí—. ¿Qué va a ser Lula? Ella no...
Tomé un respiro.
—¿Ella no?
Vale, sí que era Lula. El problema es que estaba con Rafael. Joder. Tenían un mundo solo para ellos. Fue mi primera vez viéndolos así.
Y para empeorar la situación, mis padres no sabían nada. Eran demasiado tradicionales para aceptarlo, y demasiado quisquillosos para darle una oportunidad. Por ello, me fui dejando a Dylan atrás.
"Soy un camaleón" pensé mientras avanzaba. Medía casi dos metros, la afluencia era nula y mi corazón retumbaba como una locomotora del siglo diecinueve, pero vamos, yo seguía pensando que era imperceptible al ojo humano.
Cuando llegué al coche, mi hermano ya estaba allí.
—He visto mal o tu novia se estaba pegando el lote con ese tío.
—No es como piensas —lo corté cerrando el maletero.
Seguido a ello, me acomodé en el asiento copilo y encendí la radio.
—Vale, entonces ya no estáis juntos —dedujo al mismo tiempo que salía del aparcamiento.
Asentí.
En honor a la verdad, tampoco esperé verlos juntos.
—Ya... —dudó.
A partir de ese "ya" comenzó la tragedia. Primero porque Lula no dejó de llamarme, y segundo porque Dylan me arrebató el móvil con una facilidad humillante.
Lo siguiente fue que estábamos delante de casa a punto de comenzar un espectáculo.
—Venga, tienes que estar de guasa —reclamé con un gesto berrinchudo.
—¿Vas a llorar?
Me planteé abalanzarme sobre él, pero la experiencia me advirtió que no serviría de nada.
—Algo escondes —afirmó después de que mi teléfono volviese a sonar. Aparte de Lula, ninguno de mis contactos tenía esa canción como tono de llamada, y la letra era tan cursi que me estaba poniendo en evidencia a cada frase que decía.
—Nada —mentí.
—Parece importante —solucionó antes de contestar—. Hola. Theo se ha dejado el móvil en el coche, te lo paso ahora.
Ahora sí que iba a llorar, sobre todo porque mi hermano se había sentado delante de mí.
Respiré hondo y hablé: —¿Lula?
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Tres es la medida
Teen Fiction¿¡Ella sale con dos chicos a la vez!? Puede que sí, pero su historia no va de infidelidades sino de descubrimiento. De experimentar con el corazón, y de ir más allá de las relaciones normativas. Lula ha terminado con su novio de toda la vida, el pr...