—No puedo hacerlo, lo he prometido. —Fueron las palabras de Lula antes de que perdiese el control de mi boca.
Lula me miraba de una forma rara. Su piel comenzó a matizarse de un tono rojizo y sus mejillas se inflaron. Lucía impotente. Puede que indignada.
—Es que no soporto lo tonta que eres —Le dije. Todavía no estaba seguro de la nitidez de esa memoria, aun así, era consciente de que excedí los límites—. ¿¡Qué es exactamente lo que quieres demostrar, que eres sensible y abnegada!? Porque no eres ninguna de las dos cosas, y empiezo a aburrirme de esto. No te pega esforzarte tanto, no te pega ser una buena novia. Y ya deberías saberlo, pero tampoco pega llorar. ¡Joder! Para de una vez.
La imagen de mi novia llorando logró que desease enterrarme a diez metros bajo el suelo.
Me bajé de la cama. El sol estaba a punto de salir, y había tenido mucha suerte evitando a Rafael. Él dormía la mayor parte del tiempo, así que no era una tarea complicada.
De pronto, se oyó el tenue ruido de alguien calzándose. Pude haberme ido sin problema, pero tenía algo que preguntarle. Algo importante.
—¿Me estabas esperando?
Alcé la vista, Rafael lucía impecable. Cabello, ropa y accesorios me avisaron que no dejaba nada al azar. Además, llevaba el mismo portátil que utilizó durante la "reunión" con sus amigos.
—Sí —contesté.
Sus labios dejaron escapar un sonido sarcástico.
¿Es que estoy tonto? Pensé.
Rafael pasó por mi lado, cogió una bolsa de granulado y lo aderezó con gotas vitamínicas.
—Pregunta —dijo como si me estuviese concediendo permiso. Sin saber qué hacer, apreté los dientes e inhalé con fuerza.
—Se trata de Lula.
—Vaaale... ¿Y crees que soy adivino? —rio dejando el portátil sobre la vitro. Después llevó la mezcla hasta la pecera—. Lamento decepcionarte. No tengo esa habilidad.
—Ya, claro. Dudo que puedas decepcionar a nadie —dije lo más sereno posible. El chico, por otro lado, se quedó en un limbo tratando de averiguar si había sido insultado, o no—. Básicamente quiero saber lo que pasó la noche que estuvo aquí. ¿Sabes por qué peleamos?
Éste amplió su sonrisa. No sabría cómo explicarlo, pero hubo algo. Como si me advirtiese que otro Rafael saldría a la luz.
Me miró sin decir nada y el silencio se prolongó más de lo que había durado esa conversación. Tal vez estaba reflexionando. O tal vez quería molestarme.
—¿Por qué te lo diría? —habló por fin.
¿Así que también puedes ser protector?
—Quiero arreglar las cosas.
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Tres es la medida
Teen Fiction¿¡Ella sale con dos chicos a la vez!? Puede que sí, pero su historia no va de infidelidades sino de descubrimiento. De experimentar con el corazón, y de ir más allá de las relaciones normativas. Lula ha terminado con su novio de toda la vida, el pr...