RAFAEL 🍀

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Me habéis preguntado qué hubo entre nosotros tres, y no sé qué coño esperáis que os diga

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Me habéis preguntado qué hubo entre nosotros tres, y no sé qué coño esperáis que os diga.

Tal vez era la oportunidad de reconciliarme con el mundo.

Fui mejor persona a su lado (y eso es un hecho).

Ahora bien, ¿creéis en el karma?

Porque yo no. Pero cuando todo se vino abajo, no me pregunté por qué. Solo tuve que hacer un recuento de todas mis equivocaciones, de todos mis silencios, y de todas nuestras rupturas...

La primera de ellas:

Fue la más inesperada.

Invité a Lula a un evento en Zúrich. Era treinta y uno de diciembre, llevábamos más de cinco meses de relación y quería comenzar el año —con un buen polvo— en una suite innecesariamente ostentosa.

Ella no lo pensó dos veces. Con casi diecisiete años, era un requisito decir que a todo. Sin embargo, nunca se presentó, me quedé solo en el avión y no volví a verla durante el resto de las vacaciones.

—¡Hala, por fin estás libre! ¿Desde cuándo eres más solicitada que el rey?

Lula sacó el ordenador y procuró estar atenta a la clase.

La tensión me estaba matando, no podía leer su mente. Y al tener su cara tan cerca, solo pensaba en besarla. "Esperaré a que se hayan ido todos" suspiré impaciente. Después, coloqué una mano sobre su muslo y recorrí una línea hacia la ingle. Ella me agarró la muñeca con fuerza.

—No —murmuró incómoda—. Dame un respiro ¿vale?

Torcí los labios, siguiéndola a los pasillos. Ella no se detuvo hasta que levanté la voz.

—¿Estás enfadada?, ¿no debería ser al revés?

Al girarse, sus ojos se cristalizaron. Le pedí perdón y esperé a que me diese una explicación.

—Soy consciente de lo que tenemos, sé que no hay exclusividad y sé que no sientes nada por mí —habló con la voz cargada—. Pero cuando me invitaste a pasar fin de año contigo, me sentí especial. Pensé, "es increíble que me escogiese a mí". A mí. Debe significar algo ¿no?

—Lula...

—Pues resulta que no —se contestó a sí misma, seguido de una profunda exhalación—. Ese día me llamaron de la aerolínea para verificar el cambio. Según ellos, el billete se lo compraste a otra persona. No fui tu primera opción, simplemente no querías desperdiciar la reserva.

—No creí que te importase.

—¡Y no debería importarme!

Supe que me equivoqué al verla, lucía pálida como un cadáver.

—Esto es vergonzoso. Cuando me lo pediste, solo me faltó dar volteretas por la calle —señaló enrojecida—. Hice el ridículo, y lo único que sé es que no tiene sentido enfadarse.

Tres es la medidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora