7: Y lo desconocido 💄

9.5K 1.2K 651
                                    

En favor de la verdad, Rafael había sido mi único "novio" hasta ese momento

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

En favor de la verdad, Rafael había sido mi único "novio" hasta ese momento. Y lo que yo consideraba normal —en una pareja— podía no serlo para Theo. Quizás no era algo importante, pero no dejaba de pensar en ello.

Al final, decidí relajarme. Habían reservado el restaurante, así que mi presencia sobraba (según las palabras de Olivia).

Lula: Hoy salgo pronto

Lula: Puedo verte?

Theo: Todavía estoy en clase :c

Lula: Y si solo es un rato?

Lula: No te molestaré ;) ;) ;)

Theo: Mejor descansa

Theo: Vas a perder tu día por mi culpa

Hombre, lo que te falta es sangre en las venas. Me lamenté leyendo su mensaje.

Debía decirle que una de las cosas que más me molestaban, eran las consideraciones. Las dificultades que llegase a tener (por MIS decisiones) eran cosa mía y de nadie más.

Aun así, probé suerte de nuevo:

L: Quería besarte

T: En serio vas a hacerlo??? :o

L: No quieres? >:v

T: Me apunto al plan

T: Por favor, ven

T: O voy yo???

Era adorable, aunque una parte de mí agonizó esperando la rectificación (en la que me explicase que un amigo suyo le había quitado el móvil). De nuevo. Sin embargo, dicho mensaje jamás llegó.

Agradecí que no lo hiciese, de otro modo, habría vagado hasta que Lindsay terminara sus actividades diarias. Lo cierto es que planeábamos presentarnos en casa de Rafael, pues llevaba varios días sin hablar con Dominico. Según lo que llegué a entender, la pelea se había prolongado desde la fiesta de cumpleaños.

Antes no le habría dado importancia alguna, pero temía que ninguno de los dos hiciese nada al respecto. Así, con mil pensamientos entrando y saliendo de mi cabeza, llegué a la facultad de Theo.

Caminé con determinación. Pero lejos al saludo que él esperaba, me abracé a su cuello y besé sus labios. Yo era una mujer que cumplía sus promesas, o al menos las que me gustaban.

Él me encantaba. Cuando era tímido y cuando no lo era. Cuando se dejaba besar y cuando rehuía a un acercamiento más profundo.

Al cabo de un rato, noté que no estábamos solos. A nuestro lado, otra pareja nos contemplaba sonriente. Supuse que mi mente los difuminó en la irrelevancia.

Tres es la medidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora