Capítulo VII: Tour por la casa Willis

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—Este... mami. La habitación que tenía era algo pequeña como para... ya sabes... convivir, así que pues... como venían ustedes Dylan dijo: "Oye qué tal si vienen a vivir a mi casa" —imité su voz de macho producto de mis nervios y columpiando mi cuerpo de lado a lado como si estuviera exponiendo algo en la escuela. —Entonces yo le dije: "No, Dylan, estamos bien" y se puso intensa la cuestión, y le dije que sí porque bueno... su intención es buena...

—Entonces me estás diciendo que estás viviendo con un hombre que no es tu esposo. —me dijo en tono de "te voy a joder, carajita".

—Pues, mami no solo yo... ustedes van a vivir con un hombre que no es mi esposo... —dije con muchos nervios ya. —digo, Dylan. Y me mudé ayer solo dormí con él anoche y no pasó nada, te lo prometo, mamaita.

Mi mamá me vio no muy convencida y luego miró a Dylan.

—¿No han tenido relaciones sexuales? —preguntó con tono lapidario.

—¡Mamá!

—No, señora. Preferimos no hacerlo antes del matrimonio. —aunque la pregunta lo tomó por sorpresa, muy serio respondió lo que le dije la primera vez que quiso intentar algo conmigo.

—Muy bien. ¡Escogiste bien, mi angelita! —mi mamá volvió a ser extremadamente cariñosa al pellizcar mi cachete.

Cuando llegamos a la casa de Dylan, todos se impresionaron, al igual que yo la primera vez, su casa era hermosa, por dentro todo era moderno y el ambiente era muy acogedor, ¡Por Dios! ¡Hasta tenía una cascada en la pared de piedra de su sala! y un "árbol" de cubos para Jamala, Vampire y Sunset, que usaban para dormir.

—¡Qué lindos gatos tienes! —Ramira se emocionó y cogió a Jamala en brazos. —¿Cómo se llaman?

—Jamala, Vampire y Sunset. —señaló Dylan sonriendo.

A Ramira también le gustaban los gatos, pero a mi mamá y a Fabio no les gustaban nada, nosotros somos más de caninos.

—¿Vampiro? ¿Por qué "Vampiro"? —preguntó Fabio.

—¿Ves esto, chamo? —preguntó Dylan a Fabio mostrándole unos pequeños rasguños y mordidas en sus brazos, ya cicatrizados. —Es por esto que se llama Vampire.

—Te odia mucho. —dijo Ramira dejando a Jamala en el cubo.

—Él les dice, mordidas y cicatrices de amor, pero yo les digo de guerra. —mencioné haciéndolos reír y seguimos con el tour.

Toda la parte que daba hacia el patio eran ventanas y una puerta de cristal que se deslizaba, Dylan tenía pocas plantas afuera y ninguna adentro no le gustaba tener muchas plantas porque siempre se le morían; mientras íbamos dándoles un tour a mi familia, solo podían exhalar "Wow". Seguimos a la cocina la cual era espaciosa, con una nevera grande, una isla pequeña donde ayer todos mis amigos y yo nos apoyamos para chismosear, la isla solo tenía cuatro sillas y no eran muy cómodas; un fregadero, una fila larga de encimeras de mármol pegadas a la pared color crema y una sección de la lavandería. Llegamos a los cuartos el de mi mamá tenía una cama matrimonial vestida con sábanas lilas con dos almohadas blancas y un cojín redondo color morado en el centro, las paredes eran blancas con relieves de montañas, además tenía una librería vacía fusionada con un closet abierto sin puertas, una vista al patio por una puerta de cristal igual a la de la sala y una lámpara de forma circular en el techo, Dylan iba a dejar la maleta de mi mamá ahí, pero lo detuve.

—Esta es la habitación de Ramira. —dije.

—¿De verdad? —se emocionó. —¿Para mí sola? ¿Ustedes no duermen aquí? —nos preguntó y ambos negamos con la cabeza.

Dilo otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora