El jet llegó y nosotros entramos de últimos, uno de ellos me metió el pie y me caí, entonces todos soltaron carcajadas, me sentí abochornada y muy mal porque disfrutaban con mi sufrimiento, pero no los dejé ver eso y me levanté aunque con los ojos llorosos pero con la frente en alto, Dylan le dio un golpe leve en la cabeza de uno de sus primos y le dijo que se comportara, ese fue el que me metió el pie y sus padres no hicieron nada, yo le hacía eso a alguien y me metían una pescozada por mucho que a mí o a mis padres le cayera mal, en esta familia hacía falta educación de verdad.
Al sentarme en las piernas de Dylan me sentí muy protegida, me abrazaba y tarareaba la canción de nuestro ritual para viajar.
—Puedes hablar cualquier cosa en español de ellos, porque lo único que saben es inglés, descárgate conmigo de lo que quieras. —susurró a mi oído y me sentí mucho mejor.
—Gracias, bebo. —dije en español.
—No se puede hablar español en este jet, está prohibido, si quieren hablar en español vayanse a México. —dijo uno de todos los rubios.
Rodé los ojos.
—México no es el único país donde se habla español. Hay un continente entero debajo de ustedes que habla español por lengua materna... además ser bilingüe no mata a nadie.
—¿A quién le interesa que hables dos idiomas? ¿Te puedes callar para que tengamos un vuelo en paz? —exigió una niña que parecía menor que Fabio. ¡Verga! ¡No!
—¡Sidney, no le vuelvas a hablar así! —Dylan la regañó. —Es mayor que tú, no importa la raza, no importa su color, nació antes que tú y por eso le debes guardar respeto. —la señaló y la niña lo veía con ganas de llorar. —No vayas a ponerte a llorar porque eso no funciona conmigo.
Y se puso a llorar, la niña fue con su madre a decirle que Dylan la regañó porque "estaba defendiendo a la familia", la señora del bebé se paró a buscarnos rollo donde no había, estuvimos discutiendo por casi una hora hasta que alguien de los rubios tranquilizó a la señora y la llevó a su puesto, Dylan y yo estábamos muy agradecidos por eso.
—Gracias, tío. —Dylan suspiró.
—De nada, sobrino. Zoey seguro está así porque tienes el cabello largo y no viniste de azul. —bromeó y añadió un poco de humor a nuestro viaje. —¿Cuál es tu nombre? —se dirigió a mí.
—Graciela.
—Qué nombre tan extraño. —sonrió. —Soy Norman. —extendió su mano y yo la tomé.
—Un gusto conocerlo. —sonreí, al fin alguien que me trataba como una persona.
—Siéntate al lado de Dylan, ahí no va nadie, fue un invento de Zoey para que no disfrutaras de las comodidades del viaje. —aclaró amablemente.
—Muchas gracias, tío. Mis piernas te lo agradecen. —dijo Dylan y yo reí, luego me pasé para el otro asiento.
—De nada, y disculpa el comportamiento de la gran mayoría. Esta semana va a ser muy dura para ambos, más para ti.
—Descuide, voy a manejarlo bien. —le dije, él asintió y se fue a su asiento.
—Eres muy valiente al venir conmigo. —mi prometido tomó mi mano y la besó mi anillo con ternura.
—No quiero que te estreses por mí, debes pasarla muy bien en estas fechas, ni siquiera sé por qué te insistí si vas a estresarte mucho más... ¿Trajiste la maquinita? —pregunté y él asintió. —Bien.
Dylan pasó las horas restantes en el vuelo leyendo un libro y yo viendo Hamilton en mi celular. Además me formulaba algunos argumentos para discutir con la familia de Dylan cuando se metieran conmigo.
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Dilo otra vez
RomanceGraciela está muy enamorada de Dylan, y Dylan de ella, pero convivir con alguien muy diferente puede sacarlos de quicio en algunos instantes, por lo que habrán muchos obstáculos en su relación. Graciela siendo venezolana es muy familiar y apegada a...