Epílogo

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Nos divertimos mucho en la fiesta, Dylan le mostró sus pasos de salsa a su familia, ellos estaban confundidos y maravillados con lo habilidoso que era, hasta quisieron aprender a bailar como él, eso me asombró más ¿Los Conner y los Willis aprendiendo a bailar salsa? ¡Tengo que ver eso!

Cuatro días después nos fuimos a Venecia, una ciudad espectacular, tuvimos problemas con el idioma, yo pensaba que Dylan sabía italiano pero en realidad no, así que estuvimos hablando español y tratando de encontrar traductores, a pesar del idioma pudimos disfrutar y mucho...

La primera noche en Venecia, le hice el bailecito a Dylan, esta vez... por primera vez Dylan hizo una de las suyas conmigo, me desvistió, se desvistió e hicimos el amor, hacerlo con Dylan fue demasiado doloroso pero a la vez muy placentero, tenemos una conexión única y hacerlo con mi alma gemela en un lugar tan lindo como Venecia me renovó, luego de no ser virgen oficialmente, nos quedamos conversando, había valido la pena esperar cuatro días, Dylan se estaba volviendo loco de tanto esperar y mientras hablaba de esos cuatro días Dylan volvió a prepararse para hacerlo nuevamente y al llegar al orgasmo, hablamos y nos mimamos hasta quedar dormidos.

Luego de Venecia, Dylan me sorprendió con unos boletos para Miami, ¡Iríamos al hotel Flamingo a ver a George! Necesitaba que George me dijera que triunfé porque me casé con un gringo.

—¿Y tú de donde eres, mi amor? —George me preguntó, yo estaba temblando de la emoción.

—Soy de Puerto Ordaz, pero vivo en Baltimore. —le dije.

—Ah, y te casaste con...

—Mi gringo bello... —señalé a Dylan y este sonrió nervioso.

—Ah, coño te felicito, triunfaste, ¡Agarren dato en Baltimore! —les dijo a la audiencia y yo me reí demasiado.

—¡Te quiero!

—Yo también te quiero. —respondió.

Dylan no entendió casi nada durante el show, pero reía cuando George mencionaba el choque de culturas de los estadounidenses y los venezolanos, se ponía rojito y yo me reía a carcajadas, esa noche casi escupo un tequeño por reír tanto, la pasamos bastante bien.

Luego de dos años de casados, Dylan murió...

Y revivió en unos minutos, estaba muy nervioso porque tendríamos a nuestro primer bebé y se desmayó en medio acto del parto, eso fue una locura, pero sucedió.

Después de tres horas sufriendo y gritando como una loca, nació Angel Valentín Willis, un sano bebé de 4 kg y 14 g, con unos buenos pulmones porque me dejó medio sorda cuando salió, pero no me importaba quedar sorda por él, era mi bebé, mi pequeño niño, mi chiquito, lo amaba como nunca amé a nadie, era un amor diferente al que sentía por Dylan... este era más fuerte.

Cuando lo bañaron y le pusieron su ropita, además de que ya Dylan se había despertado, pudimos verlo como en realidad era: un bebé de piel blanquita, cabello azabache como el mío, y ojitos azules como su papá.

—¿Estás llorando, Dylan? —le pregunté.

—No... sí... —admitió y me besó la cabeza.

—Es tan pequeño..., me lo quiero comer...

—Sabía que lo lograríamos. —dijo sonriente.

—Pues tú no lo lograste porque te desmayaste. —le reproché divertida y él se rió.

En eso entraron mis padres, mi papá y mis hermanos habían llegado a Estados Unidos un año después de que nos casamos, ellos habían conspirado con Dylan para no decirme nada porque estaba de gira por mi tercer libro y cuando llegué mi papá estaba jugando dominó con Dylan y mis hermanos, ese día me morí y reviví, como Dylan.

—Pero mira qué monura... —le entregué el bebé a mi papá y le hizo caritas. —Eso sí es bonito...

Dylan y yo sonreímos con ternura.

A mitad de la noche, Angel siempre se despertaba y se ponía a llorar como si fuera el fin del mundo, Dylan se iba a levantar para ir a ver qué pasaba pero yo lo detuve, era mejor que descansara.

—Si insistes... —bostezó. —a la próxima voy yo...

Me reí, siempre decía eso y se quedaba dormido. Fui a la habitación de Angel, que era la que mi mamá y Fabio tenían al principio; acompañada de Calista, nuestra perra, era una gran danesa la adoptamos hace dos meses, es una cachorra pero muy grande, los gatos de Dylan habían muerto, estaban muy viejos, así que Dylan les organizó un funeral, nos vestimos de negro por dos días y Dylan estuvo muy triste esos días, hasta llamó a Eliza para decirle y preguntarle si Vampire seguía vivo, el muérgano todavía estaba vivo... ¿Qué puedo decir? hierba mala, nunca muere. Tres semanas después de su luto le di la posibilidad de adoptar un perrito, él dijo que no varias veces pero al final claudicó y terminamos adoptando a Calista.

—A ver, Angel... —tomé su pequeño cuerpito con cuidado y lo saqué de la cuna. —¿Qué pasó, papito? ¿Por qué no quieres dormir? ¿No quieres que mami y papi descansen? ¿Es eso?

—Tal vez es porque tiene celos de que estés en la habitación conmigo y no aquí cuidándolo. —dijo Dylan detrás de mí.

—Dylan, no te aparezcas así. —me quejé. —Me asustaste.

—¿Qué tal si le contamos a Angel nuestra aburrida historia para que se duerma? —sugirió mientras lo mecía.

—No es mala idea...

Dylan agarró la guitarra que usaba para tocar acordes a Angel cuando amamantaba, así el muérgano no me mordía tan duro. Comenzó a tocarla y yo empecé a contarle...

—Hace unos años llegué a Estados Unidos, sola...

Iba por la parte en la que Dylan le mostraba la casa a mi mamá y a mis hermanos y Angel ya tenía los ojos cerrados. Lo metí en su cuna, y Dylan y yo nos lo quedamos viendo.

—No puede ser que hayamos hecho un bebé... —le dije a Dylan.

—Es lo que pasa cuando no uso preservativo. —alzó los hombros.

—Somos buenos en esto ¿Verdad?

—Claro que sí, eres la madre más sexy... —me besó.

—Uy... dilo otra vez... —le mordí un labio.

—Señorita Willis... estamos en un sitio restringido para hacer de las suyas...

—Entonces vámonos al baño. —le dije y me cargó hacia la habitación mientras nos besabamos.

Me besaba contra la pared cuando escuchamos nuevamente que Angel se había despertado y nos quejamos.

—Debes llegar a la parte de cuando estamos jugando beisbol o no se va a dormir completamente. —dijo Dylan.

Nos reímos pero queríamos acostarnos. Dylan fue a contarle la historia nuevamente mientras, yo revisaba mi instagram en la cama y lo esperaba, hoy se cumplían dos años de el primer lanzamiento de mi libro, instagram me recordó la foto que nos tomaron los fotógrafos a Dylan y a mí en la fiesta del lanzamiento, no me acordaba de que era hoy.

Cuando Dylan volvió me comenzó a besar como loco, y le mostré la foto.

—Mira nada más... —le dije.

—Es...

—Sí.

Dylan se quedó mirando la foto y sonrió con ternura.

—No sé qué hubiera sido de mí si no me presionabas a llevar el manuscrito. Muchas gracias, bebo.

—De nada, linda. —me dio un beso tierno. —Tengo sueño. —suspiró y metió su cabeza entre mi cuello y mi hombro.

Se quedó dormido ahí, en ese pequeño rinconcito de mi piel que le gustaba tanto para soñar. Ya no me faltaba nada, lo tenía a él sobre mi piel, a nuestro hijo precioso, a mi familia muy bien y la aceptación de la suya, tenía amigos geniales todo el amor de todos. Todo fue difícil, cuando llegué, estaba sola e iba inocente de la vida entre las calles buscando trabajo, sin percatarme de que unos años después todo el sufrimiento se esfumaría y si me sentía mal, solo tenía que decirlo otra vez, "Yo puedo con esto y soy más fuerte".  

Dilo otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora