Narra Dylan
Me fui a duchar luego de que Graciela se bañó, intentaba formular un discurso mientras caía el agua a mi cabello quitándome todo el shampoo, cuando regresé ya con mi pijama a la habitación, Graciela estaba dormida y no pudimos hablar. La arropé, le di un beso en la cabeza y apagué la luz, se lo contaré otro día.
Y de pronto pasó una semana, el jueves me dormí muy tarde revisando las ventas de los muebles, todo iba muy bien.
El viernes me quedé dormido y corrí por toda la habitación arreglándome para salir a la tienda, Graciela había murmurado algo sin sentido, todavía seguía dormida y cuando estuve listo le di un besote en la cabeza.
—Me voy al trabajo, linda. —le di otro beso en los labios al que no reaccionó porque seguía rendida.
Salí a la sala, mi suegra y Ramira estaban despiertas, las saludé y agarré una manzana del bowl de frutas.
—¿No vas a desayunar, papaito? —preguntó mi suegra.
—Bendición. —le di un beso en la mejilla a Emigdia y otro a Ramira.
Según Emigdia, los hijos saludan así a sus padres en Venezuela, y como me he ganado un lugar en la familia Rodríguez, puedo saludarla como un hijo y venezolano más, eso creo yo...
—Dios me lo bendiga, me lo proteja y favorezca.
—Amén. Hoy no voy a desayunar, voy tarde, llevo una manzana. —dije avergonzado. —Saqué dos copias de las llaves de la casa, están en la mesa al lado de la entrada, hasta la tarde. —me despedí de ambas.
Otro día de exitosas ventas. Ese día debía ir a el otro local, lo había comprado el domingo y no le había comentado a Graciela estuve muy ocupado.
Estaba haciendo un registro de los gastos como me había enseñado mi hermano John, que es el contador de la tienda, él vive en Nueva Orleans, y de vez en cuando viene de visita.
Iba a llamarlo para avisarle que iba a enviarle los gastos pero no encontraba mi celular, seguramente lo había dejado en la casa, volteé los ojos. Entonces como John usa mucho Facebook, le envié un mensaje diciéndole que revisara su correo... alcé la mirada y vi a Graciela, ¡Qué sorpresa! Volvieron los fuegos artificiales en mi estómago. Estaba hermosa con su blusa verde oliva de gran escote y pantalón holgado blanco, tenía el cabello recogido en una coleta y un pañuelo floreado como un cintillo, además tenía la gran cartera de cuero roja, admito que me había excitado un poco con la visita sorpresa, pero de repente sacó mi celular el cual estaba destruido completamente, y la amargura me consumió la felicidad al ver que sacó un martillo y lo puso en el escritorio ¿Qué estaba pasando? ¿Me iba a matar con un martillo? De pronto mi mañana se arruinó, Graciela me gritaba reclamándome por supuestas infidelidades de parte de mí, me insultó y me alzó la voz diciendo cosas que realmente dolían; en un momento sentí que éramos solo los dos en el espacio, todo se oscureció y lo único que hacíamos era gritarnos, yo porque no sabía de dónde había sacado todo eso y ella furiosa muy convencida de cada una de las palabras que salían como cuchillos hacia mí, se iba... se iba de mi vida, yo no quería dejar de sentir fuegos artificiales dentro de mí, intenté detenerla, salí corriendo tras ella ignorando las miradas y murmullos de todos, pero la perdí, no estaba hasta que pasó un autobús y la vi llorando en uno de los asientos, no pude alcanzarla. La tenía y se me escurrió entre los dedos.
Entonces me agaché en medio de la calle y sin importar las miradas, lloré con todas mis fuerzas, estuve lamentándome por varios minutos hasta que uno de mis empleados me llamó, me limpié la cara como pude y volví a la tienda a terminar mi jornada con un gran dolor en el pecho.
Cuando volví a casa, ninguno estaba, corrí a sus habitaciones y era como si nunca hubiesen estado, las cosas de Graciela seguían en nuestra habitación, pero su ropa ya no estaba. Entonces el amor que tenía por mi casa desapareció, era un lugar para llorar y solo llorar en cada esquina de su soledad.
No tenía ganas de nada, veía la cascada de mi sala acostado en mi sofá aquamarina... aún no procesaba que la había perdido, y lo peor era que todo lo que había dicho era mentira. Vampire maulló saltando a mi barriga.
—¿Ahora sí tienes hambre? —le pregunté ya congestionado. —Creo que tu dueña te alimentaría mejor...
Me levanté del sofá y Vampire saltó al suelo. Busqué su correa e intente ponérsela sin ser rasguñado. Casi lo logro.
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Dilo otra vez
RomanceGraciela está muy enamorada de Dylan, y Dylan de ella, pero convivir con alguien muy diferente puede sacarlos de quicio en algunos instantes, por lo que habrán muchos obstáculos en su relación. Graciela siendo venezolana es muy familiar y apegada a...