Al terminar la fiesta llamé a mi familia, todos estaban muy orgullosos de mí, mi mamá, Ramira y Fabio lamentaron no haber podido estar conmigo pero igual volvería al día siguiente. Estuvimos hablando un poco más de nuestras expectativas con cada uno, ya Manola se acercaba al celular para hablarme y eso era suficiente para mí, mi papá en salud estaba muy bien pero nos extrañaba demasiado, Dylan entró en la habitación y me vio llorando mientras ellos estaban tratando de tranquilizarme.
—Pronto nos vamos a ver, tesoro; lo único que ahora me importa es que eres feliz y estás bien. —dijo mi papá.
—Papi, no aguanto... quiero abrazarlos demasiado... —dije entre sollozos, entonces Dylan fue al baño y al regresar me dio papel para secarme. —Gracias... —le susurré casi inaudible y limpié mis lágrimas.
—Todos nos veremos pronto, Graciela. Y esto ya será parte del pasado. —dijo Manola y asentí.
—Tienes razón.
—Por supuesto... —dijo y todos reímos.
Hablamos un poquito más y luego se despidieron, yo colgué, seguí secándome las lágrimas y aspirando con la nariz.
—Odio que me vean llorar... y odio que tú me veas llorar, soy muy débil... —rodé los ojos y me levanté para botar el papel en la basura.
—Todos somos vulnerables ante algo que nos importa, linda. Que llores significa que te importa.
—Sí pero... no me gusta llorar... —me siento ridícula.
—Debes permitirte sentirte ridícula de vez en cuando...—hizo una mueca bromeando y me hizo sonreír. —Ahí está mi Graciela no ridícula. —sonrió con ternura. —Oye...
—¿Qué pasó? —pregunté quitándome los tacones.
—Pablo quiere ir a una discoteca, pero no creo que quieras ir... —alzó los hombros.
—No quiero ir, dile a Pablo que no quiero, lo siento... ve con él si quieres, puedes bailar con cualquier chica pero a más de dos metros de distancia y que no sea pelirroja, yo voy a bañarme y a dormir.
Dylan fue hacia la puerta, habló con Pablo, este se fue y Dylan se quedó, me observaba con sus ojos brillantes de angelito ¡Pero si le dije que se fuera a parrandear!
—¿No vas a ir? —pregunté.
—No, quiero quedarme aquí contigo. —se quitó su saco y zapatos, entonces se subió a la cama y gateó hasta mí.
—No voy a hacerlo contigo hoy. —le dejé claro antes de cualquier cosa.
—Lo sé. —rió. —solo quiero dormir contigo mientras te abrazo, nunca habíamos dormido abrazados.
Lo pensé y era verdad, cuando vivía en la casa de Dylan cada uno dormía a cada lado de la cama, nunca en el medio.
—Dios, es cierto. Me voy a bañar y vengo. —me levanté de la cama y Dylan se acostó.
—¿Quieres que te baje el cierre? —preguntó.
—No, yo puedo. —busqué mi pijama: un camisón y un short, mi toalla y fui al baño. Pude con mi cierre.
Y esa noche dormimos acurrucados, en cucharita, calientitos y sin insinuaciones de parte de Dylan; Sin embargo, se levantó como cuatro veces al baño, a la cuarta vez ya estaba muy extrañada y me dio mucha curiosidad ¿Qué tanto hacía en el baño? Pegué mi oído de la puerta, escuché sonidos extraños y exhalaciones fuertes de parte suya. Tapé mi boca cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo y no sabía si reír o sentirme mal por él, porque tenía que aguantarse.

ESTÁS LEYENDO
Dilo otra vez
RomanceGraciela está muy enamorada de Dylan, y Dylan de ella, pero convivir con alguien muy diferente puede sacarlos de quicio en algunos instantes, por lo que habrán muchos obstáculos en su relación. Graciela siendo venezolana es muy familiar y apegada a...