Capítulo XXVIII: Ritual antes de despegar ft. Dylan

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Llegó el día de ir a Washington con Dylan, el día anterior me dieron mucho nervios y cambié de look, me teñí el cabello de castaño tal vez su familia me aceptaría con el cabello claro yo qué sé..., a Dylan no le encantó, sabía que tenía un fetiche extraño con el cabello pero si yo quería cambiarlo lo haría y ya, además él se afeitó la barba para formarse un candado, se cortó un poco las puntas del cabello y no me dijo absolutamente nada..., y estoy de acuerdo con que quiera cambiar su look de vez en cuando, no me va a dejar de gustar por eso; si él quería podía hasta raparse, al principio sería algo chocante pero al final siempre sería su decisión sobre su apariencia.

Mi prometido estaba muy ansioso, lamía sus labios seguidamente y movía sus dedos involuntariamente contra su muslo mientras entrábamos al aeropuerto junto con mi familia. Parecía muy angustiado, así que tomé su mano para que sintiera que todo iba a salir muy bien.

Después de comprar tres bolsitas de maní confitado, nos despedimos de todos y nos unimos a la fila para entrar al avión. Dylan no era el único intranquilo, él iba a estar con su familia pero yo sería una completa extraña metida en la casa de una de sus tías con un grupo de racistas que me querrán moler la moral, será muy difícil convencer a personas que han sido xenofóbicas toda su vida de que no son el centro del sistema solar.

Iba a hacer mi ritual cuando noté que no tenía mis audífonos, entonces me inquieté y se me aceleró la respiración, Dylan lo notó.

—¿Qué pasa?

—Es que... necesito mis audífonos... y no los encuentro. —dije desesperada.

—Ay, linda. Tranquila, te presto los míos. —sacó la cajita negra donde se estaban cargando y me los dio.

—¿No los vas a usar? ¿No tienes ritual? —me miró confundido y negó. —Ahora vas a tener un nuevo ritual.

Conecté mi celular al bluetooth de los audífonos, los saqué y le di uno a Dylan, nos pusimos los audífonos y reproduje la canción de aquella tarde en su casa, al comenzar la canción, Dylan sonrió automáticamente reconoció las voces.

—Este es mi ritual. Escucho esta canción mientras como maní confitado, recuerdo aquella guerra de lodo, entonces sé que adonde yo vaya todo será asombroso y todo lo que me proponga en el viaje saldrá increíble.

Dylan, se puso su almohada detrás de su cabeza, reclinó un poco el asiento, cerró los ojos y sus dedos dejaron de moverse poco a poco, estaba relajado finalmente. Volteé hacia la ventana y suspiré comiendo los manís. Iría a una casa xenofóbica.

Cuando aterrizó el avión en Washington, bajamos nuestras maletas del compartimiento y luego fuimos a buscar las otras maletas. Según él ese era el aeropuerto donde se encontraría con el grupo A, me lo había explicado en el avión, en el grupo A estaban sus tíos: Brandi, Sam, Zoey, Jerry, Norman y Valarie... y muchos primos que no recuerdo los nombres.

Salimos con las maletas a donde estaría el grupo A, ahora yo era la nerviosa. Dylan alzó su mano hacia alguien... o algunos y me señaló unos globos azules, el grupo A llevaba globos azules, todos estaban vestidos de azul, si lo hubiese sabido le hubiera obligado a Dylan a usar azul y si me hubiese dicho pues vestiría de azul también pero Dylan estaba vestido completamente de negro y yo tenía su camiseta gris y pantalones color crema, todo mal...

Dylan se acercó a las diecinueve personas que nos esperaban, todos rubios, blancos de ojos azules como Dylan, de repente me sentí desplazada, yo estaba parada un poco lejos del bululú, captando sus actitudes, o como diría mi mamá "captando la zona".

Saludó a cada uno y besó la cabeza de unos bebés que parecían gemelos con mucho cariño, me pareció adorable mientras cargaba a uno y lo mecía en sus brazos.

—¿Y ella es tu sirvienta? —uno de ellos preguntó señalándome. Ya empezamos... que mala educación.

—Grupo A, les quiero presentar a mi prometida, Graciela Rodríguez. —dijo acercándose a mí con una cara orgullosa y nerviosa.

—Un placer conocerlos. —dije tímidamente.

Me analizaron de pies a cabeza como si todos fuesen, juzgandome con la mirada como si fueran Meryl Streep en "El diablo viste de prada", vino uno de ellos y le quitó el bebé a Dylan.

—¿Eres idiota? Es una estúpida latina, no aceptamos latinos en nuestra reunión familiar, estamos hartos de que cada año alguien traiga a estos malditos pobres para la cena, son una plaga y deben mantenerse en su inmundo país. —gruñó la señora que le quitó el bebé a Dylan.

Qué encantadora... me quedé boquiabierta con sus palabras hirientes, de pronto no pude controlar mis ojos que ya se estaban aguando, ¡Cuánto odio hay en esta gente!

—Además no hay puestos en el jet privado para ella...

—Se sentará en mis piernas, entonces. Y vendrá con nosotros.—Dylan dio un paso hacia el frente, retando a la señora.

Él era muy alto y ella tan pequeña pero ambos se veían con la misma intensidad. De pronto la señora me vio y sentí casi que la muerte, su mirada asustaba.

—No olvides que nosotros somos dueños de este país y podemos enviarte al hueco de donde viniste por cualquier paso en falso que hagas los próximos días. Eres menos que nosotros y debes aceptarlo.

Qué bolas con la señora.

—No... no soy menos que ustedes ni más que ustedes, somos iguales, y si su gobierno acepta que yo esté aquí ustedes deben aceptarlo tam... también. —dije tratando de controlar mis nervios que me hacían tartamudear.

—No durarás mucho, negra. —me lanzó el insulto que ellos creen que me iba a ofender.

Dylan y yo nos reímos para adentro, ya Dylan sabía que todos en Venezuela se dicen "negro" o "negra" y ninguno se mata por eso. La señora se apartó confundida y volvió al grupo. Sería una semana difícil y llena de llantos...

Dilo otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora