El príncipe del reino Azul [L.S]

03. Adefesio

03

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Adefesio

Año 1890

El aire se podía respirar con facilidad en Belvoir. Louis amaba aquel lugar, la gente, como en casi todo Gormwolf, era amigable y respetuosa. Estaban en una región central del reino, igual de hermosa que todas las del lugar, con su belleza característica, por supuesto.

Era usual que viajasen por distintos pueblos del Reino. Sus padres siempre viajaban a distintas localidades por lo menos ocho veces al año, porque querían asegurarse de que todo estuviese bien en cada esquina del lugar. Y a Louis le encantaba aquello, podía conocer gente nueva con la que compartía esas maravillosas tierras, y hablarles.

El joven príncipe se encontraba caminando por las calles del pueblo, con Geoff a su izquierda y Liam a su derecha, los tres veían las tiendas que había en el lugar.

—Deberíamos estar en el castillo en este momento —comentó el joven castaño de ojos marrones, mirando a su alrededor— el baile comenzará en cualquier momento y tus padres se enojarán si llegamos tarde.

—Liam, para tener quince años eres muy aburrido —le dijo su padre y Louis rio— no llegaremos tarde, faltan dos horas para el evento.

—Y aunque faltaran treinta minutos, lo último que necesito es estar aburriéndome con los preparativos y las bienvenidas, mi padre le ha pedido a Lottie que reciba a la gente y me parece perfecto, al fin y al cabo, es su cumpleaños.

—Pero eres el príncipe, por si no lo recuerdas, y tienes compromisos que cumplir. Por ejemplo, estar ahí cuando la gente llegue.

—Liam, ni siquiera tengo qué ponerme esta noche, ¿recuerdas?

—En realidad, mi alteza, sí tiene —intervino Geoff— Dorothea se ha encargado de pedir hacer un traje a su medida, rojo, muy lindo... tal vez no lo recuerda porque ella ya sabe sus medidas de memoria y no requirió que usted se encontrase con el sastre.

Obviamente Dorothea iba a saber sus medidas de memoria, era la persona que lo había cuidado desde pequeño.

—Primero y principal, Geoff, te he pedido que no me digas ni "mi alteza" ni "mi príncipe" o sus derivados, te conozco desde que nací, no es necesario esa etiqueta entre nosotros. Segundo, sé muy bien que me enviaron a hacer un traje, pero me lo probé y es incómodo, y siento que ese color no queda bien en mí.

—Por el santísimo —se quejó Liam.

—No nombres a Dios en vano, Liam, es pecado —le recordó el ojiazul— Como te explicaba, Geoff, quiero un traje que obtenga en el pueblo, estoy seguro de que será más cómodo así.

—Él niño mimado no desea nada que no sea hecho por su gente —Liam se burló y Louis no pudo evitar rodar los ojos, pero no refutó nada porque sabía que era así. Él siempre preferiría las cosas hechas por el pueblo a las de los grandes artistas extranjeros.

—Calla Liam y ayúdame a encontrar un traje digno para mí.

Pudo oír a su amigo bufar a su lado, pero comenzaron a prestarle más atención a las vidrieras. La gente a su alrededor lo observaba y algunos hasta habían comenzado a seguirlo, sin embargo, nadie se acercaba lo suficiente ya que eso representaría una gran falta de respeto a la familia real, no debían incomodar al príncipe. Nadie menos en aquella ocasión.

Una pareja de niños llegó corriendo, Louis pudo deducir que tenían seis y ocho años, la niña, más pequeña, tenía algo cubierto por una tela.

—Buenas tardes, príncipe —le saludó la niña, haciendo una reverencia.