02. Entrometido

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Entrometido

Año 1887

Su pecho estaba inflado de orgullo al esperar a la gente llegar a su palacio. Ese día, ese veinticuatro de diciembre, Louis se encontraba cumpliendo los once años. Apenas iban a ser las doce del mediodía, pero las personas -poseedoras de títulos de nobleza, por supuesto- ya desfilaban, agraciadamente, por la puerta de su hogar. Y él las recibía sonriente, porque claro, era su deber, como anfitrión de tal evento.

Sin embargo, su padre se encontraba a su lado, colocando su mano en su hombro y comentándole cosas cuando se encontraban solos.

Era así que estaba charlando y fue esa la razón por la que no previó el gran abrazo que alguien le dio de sopetón. Su postura flaqueó un poco, ante la sorpresa, no obstante, supo reponerla rápidamente, para dirigir su mirada al ser que había interrumpido su preciado espacio personal.

Resultó ser nadie más y nadie menos que Gemma, de Glas Hare. No le tardó mucho tiempo corresponder el saludo con afecto y separarse, luego de ello, con una sonrisa. No era muy señorial aquel gesto, mucho menos entre un hombre y una mujer, pero le era imposible no corresponder a él cuando era aquella chica la que se lo ofrecía. Gemma, al pasar de los años, se había convertido en una gran amiga... todo lo contrario a Harry Edward. Él, mientras más años pasaban, más lo repelía.

Ése mismo se encontraba mirándolo con una sonrisa evidentemente fingida en el rostro. Le extendió la mano para estrecharla en un saludo. Louis la aceptó, sintiéndose nervioso de pronto, ya que Harry no le quitaba los ojos de encima.

—Feliz cumpleaños, William.

Ahí estaba. Siempre con ese afán de arruinarlo todo. Louis podía hasta afirmar que verlo no lo había irritado por completo, sin embargo, todo se acabó cuando el... zopenco había abierto la boca. Harry Edward de Glas Hare tenía la gran habilidad de arruinar las cosas... Louis seguía teniendo la esperanza de que algún día se cayera por las escaleras.

—Muchas gracias, Edward —le respondió finalmente, dejando ir su mano. El chico frente a sus ojos frunció el ceño.

—De nada —dijo entre dientes.

Finalmente, Louis saludó con entusiasmo a Desmond y Anne. Hubiera querido continuar una conversación con ellos, pero le fue imposible, ya que su padre le tocó el hombro para que le prestase atención.

—Perdón si los interrumpo, me gustaría presentarle una persona a Louis —comentó y sus amigos asintieron.

El cumpleañero siguió a su padre unos pasos, hasta enfrentarse a una joven pareja, junto a una niña de cabellos castaños y ojos cafés, que parecía tener su edad, y demostraba ser simpática.

—Buenas noches —saludó cordialmente.

—Buenas noches, príncipe —le respondió el hombre de la familia.

—Hijo, te quería presentar a los nuevos reyes de Moord. Han asumido el mando de su país hace poco.

—Es un gran placer estar aquí —reconoció la mujer, y la niña asintió.

Louis sonrió complacido. A su corta edad sus conocimientos en geografía eran elevados. Él bien sabía que, para llegar a Gormwolf esa familia había tenido que viajar más de un día para llegar ahí... aún más, habían tenido que cruzar un mar. Solamente para verlo.

El príncipe del reino Azul [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora