06. Embrollón

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06

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Embrollón

Año 1894

Una fuerte sensación de desagrado le inundó el cuerpo cuando su padre le dijo que debían ir a Glas Hare, no porque no le gustase el lugar, no porque no disfrutara la compañía de -casi- toda la familia real. Su desagrado no tenía ningún otro motivo más que el motivo por la que viajarían.

Fue por ello la razón por la que el insomnio inundó su cuerpo unas noches, provocando que se quedase en vela admirando el cielo nocturno. Quiso sacarle provecho a ello marcando en su mapa astronómico, más no pudo concentrarse en otra cosa que no fuesen unos ojos igual de brillantes que las estrellas, que solían observarlo con diversión, y que en breve partiría hacia Estados Unidos.

Demonios.

Edward se iría a Estados Unidos.

Y por todos los cielos, no entendía por qué la idea lo angustiaba más de lo que le alegraba. Louis debería estar saltando por los techos, agradeciendo a los cielos el hecho de que, cada vez que fuese Glas Hare, no debería ver su estúpida cara, o su burlesca sonrisa de marcados hoyuelos. Sin embargo, ahí se encontraba, preocupado y pensando quién sería la persona a la que insultaría.

Por todos los cielos, ¿por qué se encontraba pensando en sus ojos?

Si le hubiesen preguntado a qué persona le hubiese gustado enviar al otro lado del mundo, Harry encabezaría la lista sin dudas... era por esa razón por la que, en ese momento, se encontraba frunciendo el ceño, mirando por la ventana del carruaje. Ya habían llegado al pueblo principal de Glas Hare, mucha gente se amontonaba alrededor del camino para saludar a la realeza del reino vecino, brindándoles calidez y simpatía. En otra ocasión, Louis no hubiese dudado el bajarse del carruaje y caminar junto a ellos el poco tramo que quedaba por recorrer, quizás con Geoff cuidándolo, pero en esos momentos no lo deseaba, se encontraba desganado.

Pasaron unos pocos minutos hasta que llegaron al parqueado que anticipaba el comienzo del territorio del castillo. Lindas flores lo decoraban, y grandes árboles. Llegar a ese palacio siempre significaba un placer.

El carruaje se detuvo justo al frente del comienzo de las escaleras hacia la entrada. Louis se bajó, dándole las gracias al cochero y alisando su traje. La despedida del príncipe Harry significaba mucho más que una visita amistosa, grandes figuras reales se harían paso en el castillo al día siguiente, para darle la cálida despedida al príncipe de ese reino. De todas formas, la parte amistosa de aquella visita surgía del hecho de que la familia real de Gormwolf había llegado con un día de antelación al gran evento. Nada realmente sorprendente, considerando que todos estaban acostumbrados a ello.

Entonces, Louis se enfrentó a la entrada junto a sus padres y a sus cuatro hermanas. Ahí estaban Des y Anne, ambos vistiendo con vestimentas en colores azules, a su lado estaba Gemma, que lucía un largo vestido rosa, y luego Harry.

Harry.

Que tenía sus hoyuelos presentes y sus ojos achinados en una sonrisa.

Louis sintió el aire atorarse en sus pulmones por una razón que no comprendió, por lo que decidió tomar las manos de Phoebe y Daisy, a pesar de que ellas ya contasen con nueve años de edad, y caminó con un poco de indecisión, pero totalmente abocado a no darle más vueltas a aquel asunto.

—¿Cómo les fue en el viaje? —preguntó Desmond, saludando a su padre con el habitual abrazo y luego mirando a Louis para darle la bienvenida de la misma forma. Él soltó delicadamente las manos de sus hermanas para aceptar el gesto tan cariñoso que Des había comenzado a tener con él.

El príncipe del reino Azul [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora