32. Siempre tú

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Siempre tú



Sintió su cuerpo ligeramente adolorido al despertar esa mañana. Sus músculos rogaban por ser estirados, pero no podría hacerlo porque tenía un cuerpo enredado con el suyo.

Abrió los ojos lentamente, sabiendo que era Edward quien se encontraba de esa manera con él. Sus pieles estaban en contacto completamente, el joven tenía su cabeza enterrada en el cuello de Louis, mientras lo rodeaba por la cintura con sus brazos y entrelazaba las piernas con las del mayor.

Él sonrió, acariciando el cabello de Harry, mientras sentía su rostro acalorarse levemente al recordar la manera en la que habían terminado llegando a la cama la noche anterior.

No pasó mucho tiempo para que sintiese el cuerpo junto a él removerse ligeramente.

—¿Has despertado hace mucho? —preguntó en un susurro, sin levantar sus párpados.

—Hace unos minutos —le hizo saber, dejando un beso en su cabello— ¿Cómo te sientes?

—Muy bien —suspiró, finalmente abriendo los ojos— Mejor que nunca —admitió.

—Yo también, mi Seren —Louis lo estrechó aún más hacia él.

—Ojalá pudieran ser así todos los días —Harry bufó— Sin batallas que planificar, sin reinos que gobernar... solamente tú y yo.

El ojiazul contuvo el aliento, asintiendo mientras se imaginaba una vida en la que Edward y él vivían en una casa como aquella, lejos de todo lo demás y felices con la mutua compañía.

—No hay nada que me haría más dichoso. Que lo primero que vea al despertar seas tú, que lo último que vea antes de dormir seas tú... siempre tú —confesó finalmente, acariciando el rostro de Harry, con un deje de dolor sobre las palabras que abandonaban sus labios— Pero ambos tenemos un deber que cumplir —recordó, deseando, por primera vez, ser una persona completamente normal, sin tener a nadie que dependiese de sus decisiones.

—Lo sé —paseó su nariz por el cuello de Louis, y lo sintió olfatear un poco esa zona, para después dejar un beso sobre ella— Lo sé, pero, de todos modos, agradezco poder estar contigo, aunque sea de esta manera.

—Yo también, mi Seren—tomó una mano de Harry, entrelazándola con la suya— ¿Tienes hambre?

—No realmente... todavía —carcajeó— ¿Tú?

—Un poco —admitió.

—¿Quieres comerme a mí? —propuso en broma, logrando que Louis carcajease.

—Cada día de mi vida.

Sin embargo, Louis bien sabía que eso no iba a ser posible.

Porque Harry volvería pronto a Glas Hare

Luego de desayunar algo rápido, subieron a los caballos y volvieron al castillo. Los recibió Zayn, parado en el fin de los peldaños de la entrada principal.

—¿Cómo la han pasado? —cuestionó, mientras se bajaban de los animales y los tomaban de las riendas— Aguarden, no me contesten —sonrió, observando el cuello de Harry— Voy a suponer que bien.

Louis no había notado que, al besar aquella zona, había dejado una serie de marcas violáceas bastante evidentes.

—Harry se ha caído en un charco con sanguijuelas —bromeó el ojiazul, logrando que Zayn riera.

El príncipe del reino Azul [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora