08. Magnífico

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08

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Magnífico

Año 1901

Despertó por sentir un peso adicional en su cama. No abrió los ojos, pero, al pensar mejor, se dio cuenta que no era uno, sino dos pesos.

—¿Qué ha sucedido, chicas? —preguntó, al levantar los párpados, se encontró con Daisy y Félicité acostadas a su lado. Sus inmaculados camisones contrastaban completamente con sus despeinados cabellos.

—Papá y mamá se están preparando para irse —informó Daisy— nos han despertado a mí y a Phoebe para saber si finalmente queríamos ir a Glas Hare, pero dijimos que no, entonces, nos envió a preguntarle a los demás...

—¿Y Phoebe? —curioseó Louis.

—Se ha dormido en mi cama cuando me fueron a despertar a mí— aclaró Félicité— me saludaron de la misma forma que te estamos despertando nosotras, pero Phoebe cayó dormida apenas tocó la almohada.

—Impresionante —silbó Louis.

—Sí, ¿no? Ahora, vamos abajo para que les respondas a nuestros padres —le dijo Daisy, tironeando de su mano. Él tenía tan pocas ganas de resistirse a aquello, que dejó que su hermana lo sacase de su cama para ponerse de pie. Todos sus músculos dolieron al asentarse, y recordó que el día anterior había salido a correr con Liam para hacer un poco de ejercicio.

—¿No dejarías que duerma un poco más?

—No te justificaré frente a mis padres —le hizo saber, dejando a Louis sin más opción que rezongar y caminar detrás de ella.

—¿No vienes? —le preguntó a Félicité, que se había quedado acostada.

—En un minuto, supongo que yo me encargaré de preguntarle a Lottie, así que no me esperen —le hizo saber.

Louis asintió y caminó detrás de su hermana menor.

—Entonces han dicho que no quieren ir a Glas Hare... ¿alguna razón en particular? —preguntó.

—No realmente, yo no tengo ganas de tener tantas horas de viaje, y como Phoebe lo ha demostrado, estaba cansada.

—¿Félicité qué ha dicho?

—Que esperaría a saber qué decidías tú, pero que prefería quedarse en el reino.

—Bien —asintió.

Louis sabía ya cuál sería su respuesta. Evidentemente diría que no. Hacían tres días le había llegado una carta de Gemma comentándole que esa semana tendría la familia de Albert de visita. Eso significaba que su amiga no estaría con él, sino con su pareja. Entonces, si se quedaba solo en Glas Hare, sin importar nada, siempre tenía esas inevitables ganas de salir a caminar por los parquizados, y recordaría a alguien que no debía.

Sus sentimientos le rogaban por ir a ese lugar, su interior se escocía por ello, pero su moral le rugía que no debía, que no debía pensar en ello. Que, en su lugar, tenía que comenzar a pensar en alguna señorita a quien desposar, y, si no iba a Glas Hare, todo estaba controlado. Porque si no iba a aquel lugar, Louis no recordaba a Edward de manera tan precisa, y lo podía seguir superando.

A veces se cuestionaba qué, en concreto, debía superar. Al fin y al cabo, ni siquiera sabía qué sentía al pensarlo.

Por otro lado, su consciencia no podría estar tranquila sabiendo que viajaría y dos de sus hermanas -tres o cuatro, quizás- quedarían sólo con guardias en el castillo por un día entero.

El príncipe del reino Azul [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora