27. Hábito

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Hábito


Cuando despertó pudo ver por la ventana que ya era de noche. Maldijo levemente y rezó porque no fuese la hora de dormir, porque entonces no sabría dónde estaría Zayn.

Se levantó rápidamente, se calzó, y salió de la habitación. No había ni un alma en los pasillos y tampoco se oía nada, por lo que supuso que sí había dormido más de lo que esperaba y su amigo seguramente había tenido que buscar algún otro lugar para dormir.

Con Liam, canturreó una voz en su cabeza, pero se reprendió rápidamente. No debía hacer caso a los chismes que sus hermanas traían y llevaban. Aunque había presenciado unas situaciones extrañas entre ellos, eso no significaba que estuviesen juntos... Louis lo sabría de ser así.

Caminó hasta su habitación. Harry todavía reposaba allí, en la misma posición en la que lo había encontrado la última vez que lo había visto -con sus manos sobre su estómago y su cabeza ladeada hacia la izquierda- por lo que, evidentemente, no había despertado todavía.

Intentando hacer el menor ruido posible, cerró la puerta del cuarto, y se sentó en el sofá individual.

La angustia le recorría en grandes cantidades por todo el cuerpo, porque tenía la sensación de que Edward ya debería de haber despertado ¿Por qué cielos todavía no despertaba?

No estando muy seguro de qué hacer para calmarse un poco, fue directamente hacia la ventana y se dedicó a observar las estrellas, señalando mentalmente las constelaciones que lograba visualizar gracias al cielo despejado.

Las horas pasaron, una, dos...

Louis estaba pensando en ponerse a escribir cuando se alarmó al sentir la respiración de Harry agitarse. Volteó a verlo, se estaba removiendo entre las sábanas, como si estuviera sufriendo una pesadilla. Sin poder evitarlo, se subió a la cama y aproximó su rostro al de Edward, comenzando a acariciarlo para lograr que se calmase.

No esperó que abriera los ojos.

Pero lo hizo.

Y Louis sintió el aire regresar a sus pulmones.

Los orbes verdes reflejaban confusión y miedo. A pesar de eso, seguían siendo los mismos de los que estaba enamorado. Esos en los que tenía el inquebrantable hábito de perderse cada vez que los miraba a los ojos.

El chico abrió la boca para decir algo, pero la voz no salió de sus labios.

—No hables —pidió Louis— Y no te muevas, buscaré agua.

Sin decir nada más, abandonó rápidamente la habitación con las piernas temblándole a cada paso que daba. Al llegar a las cocinas musitó un leve "buenas noches" para la gente que se encontraba custodiando, tomó un vaso, una jarra, llenándola de agua, y se despidió sin mirar atrás.

No recordaba haber subido las escaleras de manera tan rápida nunca en su vida, pero había vuelto a su habitación en pocos minutos. Harry, como se lo había pedido, permanecía en la misma posición, pero con los ojos abiertos.

Louis dejó lo que traía entre manos en la mesa de luz y se inclinó sobre el rey del reino Verde.

—Mira, creo que debería incorporarte para que bebas el agua, ¿sí? —preguntó y él asintió. Entonces tomó al joven por su espalda y por sus piernas y lo ayudó a sentarse en la cama. Después, llenó el vaso con el agua y lo llevó a los agrietados labios del ojiverde. El chico bebió como si su vida dependiera de eso. Al acabar el vaso de agua, volvió a llenarlo y Harry aceptó tomar de nuevo.

El príncipe del reino Azul [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora