Odio tener horarios.

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Llevo media hora esperando y mi cabeza aún le da vueltas al mismo tema, tengo que concentrarme. No puedo hacer ninguna tontería cuando entre ahí, no puedo meter la pata en mi primera entrevista. 

La puerta se abre, las otras dos chicas que hay en el pasillo se miran entre ellas. El entrevistador asoma la cabeza por la puerta y dice mi nombre. Siento que mis pulmones han bajado hasta el culo. Es raro en mí pero, estoy nerviosa. 

—Ya está, vas a entrar —me digo—. Elimina a Tyler de tu mente, eliminalo.

— Buenos días —emite la voz ronca, como vacía, de este señor con forma de espagueti.

— Buenos días —repito sentándome en frente.

—Soy Antonio. 

Alargo la mano sobre la mesa y la estrecho con la suya, saludo formal.

—Katherine, encantada.

Revisa unos papeles, supongo que mi currículum, y se pone las gafas en la cabeza para poder mirarme. 

—Debe saber que la llamamos porque fuistes unas de las notas más altas de su curso, no por su experiencia laboral ya que es inixistente.

—Ajá. —Mientras lo digo, me doy cuenta de que no debería haberlo hecho porque no parece el tipo de persona a la que le gusta escuchar ese tipo de comentarios. 

Garraspea con la garganta, definitivamente no le ha gustado. 

—Quiero que me cuente sobre su vida, sus experiencias. 

¿Mi vida? No.Tendría que haberme preparado este tipo de preguntas antes de venir. 

—Pues mire, a mí siempre me ha gustado el teatro, interpretamos algunas obras en el colegio y se me daba bien —me cruzo de piernas—. He querido ser actriz desde que era una niña, yo creo que por el hecho de que me gusta, ya sabe, chupar cámara. Así que, en verdad, me gusta más el cine que el teatro porque si te equivocas, tienes la posibilidad de volver a repetirlo; pero en un escenario, no hay vuelta atrás. —Antonio asiente repetidas veces con la cabeza—. Y se preguntará que por qué decidí hacer periodismo; pues mire, es sencillo, siedo periodista también tenía la posibilidad de estar delante de las cámaras, ¿no? Y de esta manera, podía mezclar las dos cosas que más me gustaban hacer: hablar delante de una cámara algo que yo misma he escrito porque me gusta bastante escribir. Algún diía podría dejarle el diario que escribí durante mi adolescencia. 

— Pero con nosotros trabajarías solo escribiendo, nada de cámaras —levanta las cejas—. Es un periódico. 

—Por algo habrá que empezar, ¿no cree? 

Vuelve a repetir ese gesto, el de subir y bajar la cabeza como si siguiese el ritmo de una canción. 

— ¿Y por qué un periódico cultural como este? 

Tenía ganas de ir al baño desde que estaba en el metro, estuve tanto rato esperando que se me olvidó que tenía que ir al baño y ahora necesito más que nunca ir al baño. Esto no me puede estar pasando.

—Buena pregunta. —Por un momento parece que yo soy la que está calificando—. Se me olvidó decirle que, aparte del cine y escribir y todo lo que le dije, la música es todo para mí. Algunas personas creen en Dios, yo creo en la música; sabes, algunos rezan, yo pongo la radio. Y ¿qué sería de este mundo sin música? 

No sé si lo estoy haciendo bien, ni siquiera entiendo todo lo que estoy diciendo, pero este tío está sonriendo, ¿será por algo? 

— Ahí lo tiene —continuo—, es como una suma de todos esos factores lo que da lugar al hecho de que esté aquí ahora mismo. 

No somos de cristal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora