Culo gordo.

232 23 15
                                    

Dejo que American Idiot siga sonando en el móvil y ando hasta mi casa desde la estación de autobuses. No hay mucha gente en las calles, sólo algunas chicas comiendo pipas en el parque en frente de casa. 

Toco al timbre pero en vez de oir la voz de mi madre contestar, oigo American Idiot  en mi móvil otra vez. Lo saco del bolsillo y le echo una mirada rápida a la pantalla, ahí está la foto de Luke sacando la lengua. Será pesado. Decido cogerlo porque sino no va a parar y no quiero que esté interrumpiendo constantemente el reencuentro con mi madre. 

— ¡Kat! —Grita cuando descuelgo—. Por fin...

—Eh Luke, sólo para de llamar. Ahora no puedo hablar, ya te llamaré.

—Promételo —suplica. 

—Sí, sí —cuelgo justo cuando se abre la puerta.

—No puede ser —grita mi madre cuando me ve e, inmediatamente se echa a mis brazos—. Cuánto te he echado de menos cariño —siento sus palabras contra mi cuello.

—Yo a ti también, Mami —me separa de sus brazos y me observa de pies a cabeza repetidas veces—. ¿Hola?

Empieza a reírse como una loca y vuelve a darme un abrazo rápido, más como una palmada en la espalda.

—Lo siento, es que estás tan guapa y tan mayor —suspira—. Bueno, bueno ¿cómo es que estás aquí?

—Tengo que ponerte al día —digo—, mejor que pasemos dentro.

—Sí, mejor. Déjame que te ayude con esto —coje la maleta y entramos.

***

—Tengo sueño —dice mi madre bostezando.

—Sí es que ya son las cinco.

Hemos estado hablando sobre todo un poco, como yo quería. No quería que el tema se centrara en Luke y Tyler, así que no mencioné a este último y, del primero sólo comenté que estábamos tomándonos un tiempo (como le dije a Angy) y para mi suerte, no hizo muchas más preguntas de la necesarias.

— ¿Qué? —Grita—. Vamos a la cama que a este ritmo vemos amanecer —dice dándome un beso en la frente—. Hasta mañana cariño.

—Buenas noches Mami —me despido levantándome de su cama y regreso a la mía.

Mi habitación está intacta, los años tampoco han pasado por ella. Los posters y las fotos siguen exactamente en el mismo trozo de pared, no se han movido ni un centímetro pero ¿por qué iban a hacerlo?

Hasta que no me he tirado en la cama, no me doy cuenta de lo mucho que la he extrañado. Tumbada, me saco los pantalones, los tiro encima del escritorio y me meto en las sabanas.

—Hey —Luke parece emocionado.

—Hola —hablo tan bajo que no sé si me oye—. ¿Pensaba que ya te habías quedado dormido?

—Bueno, aquí todavía son las doce —dice con ese típico tono vacilante que suele usar.

Me lo imagino tumbado sobre su cama, espatarrado, sonriendo como un tonto. Pero y ¿qué sé yo? Por mucho que imagine algo, nunca voy a poder conocerlo con exactitud. Ni siquiera aunque estuviese allí, porque ¿llegaremos a ver en los demás lo que realmente son y no sólo lo que nos muestran?

— Kat, ¿sigues ahí?

—Sí... sí, sólo estaba tratando de imaginarte.

— ¿Ah sí? Pues yo he tratado de imaginarte el noventa y nueve por ciento del tiempo en el último año.

No somos de cristal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora