El gran día.

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El pelo le cae sobre los hombros; ya no lo lleva azul, ahora es negro como el carbón. No me acostumbro a verla así, creo que me gustaba más el otro pero tampoco lo sé. A esta chica todo le queda bien.

-A ver, la gira ha sido genial pero no te puedes hacer una idea de cuánto echo de menos mi cama en Irlanda -Melanie habla tan rápido que cuesta entenderla-. Vamos a tomarnos unos meses de descanso para componer nuevas canciones y eso, no sabes lo feliz que estoy de que todo esté saliendo tan bien.

-Joder y tú no sabes cómo me alegro por vosotros, cada vez que os ecuchaba en la radio era como la primera vez. -Intento cambiar de pose para estar más cómoda pero en estas sillas de hospital es imposible-. Soy vuestra fan número uno y todavía no os he visto en directo, esto no puede seguir así ¿eh?

-Yo también estoy deseando de ir a España. -Por un momento la pantalla del móvil me muestra sus pies y luego vuelve a su cara otra vez-. Tía, vamos a echarnos la foto de fin de gira con todo el equipo, luego hablamos.

-Sí, ¡dale recuerdos a Matt!

Le tira un beso a la cámara y yo se lo devuelvo poniendo morritos, después desaparece de la lista de contactos en línea de Skype. Yo también desconecto la aplicación.

Hace ya un tiempo que no le mando saludos ni nada por el estilo a Tyler porque él no daba ni las gracias. Me basta con saber que es feliz, que no se obsesionó conmigo y que gracias a eso, está saliendo con una chica. Y hacen tan buena pareja, están en todas las portadas de las revistas y las fans les llaman Tyroline. El nombre es gracioso pero es lo que pasa cuando unes dos palabras, Tyler y Caroline. A lo mejor algún día deja el orgullo (la cabezonería o lo que sea que le pasa) a un lado y volvemos a ser amigos porque, lo echo de menos.

Llevo bastante rato sentada en la sala de espera y las piernas me crugen al levantarme. Espero que los cansinos tíos de Melanie hayan salido ya de la habitación. Doy gracias por no recordar nada de cuando estaba en la cuna, de todas esas manos que te apretujaban y te cogían en brazos para decirte el repetitivo: "ay, que me la como". Cuando eso pasa, hay dos tipos de bebés:

1) Los que se ríen.

2)Los que lloran.

Por suerte, Priscila es de las que llora. Y cuando un bebé llora es, de una manera o de otra, como si los estuviera mandando a todos a la mierda y así, de una jodida vez, la pesada de la tía, que problablemente no lo vuelva a ver hasta su comunión, lo suelta en su cuna.

- ¿Dónde están las cosas más bonitas? -Grito cuando entro a la habitación y descubro que esos pesados ya se han ido-. Me refería a ellas -le dedico una bonita mirada de asco a Sam, que lleva un día con esa sonrisa tonta de oreja a oreja, y señalo a Priscila y Angy, que le está dando la teta.

El nombre que han elegido me gusta por una sencilla razón, no conozco a nadie con ese nombre así que no me empeñaré en buscarle un apodo. Aunque la cara que pone la gente que viene a verla cuando lo escuchan por primera vez, me gustaría poder retratarla.

- ¿Cuándo va a llegar el petardo de Luke? -pregunta Sam mientras juega con uno de los primeros regalos de su hija.

-Me llamó hace una hora o así. -Respondo y le saco una foto al bebé para mandarsela a mi madre, le hará ilusión-. Estaba acabando con el último paciente, a lo mejor ya está de camino.

La madre de Angy quería mudarse un tiempo a Madrid, para ayudar a su hija en los primeros días con la niña pero la abuela se puso peor y a la pobre mujer le resultaba imposible costearse a una chica que pudiera cuidar de su madre mientras ella estaba con Melanie en Madrid. Así que Sam y ella decidieron irse a Valencia para que sus padres disfrutasen de la nieta sin tener que ir muy lejos.

Y anoche, mientras veía un rollo de película de Antena 3, Sam llamó casi llorando, gritando que era padre. Fue efímero pero precioso poder escucharlo diéndolo por primera vez. Luke tenía que currar hoy sí o sí y decidí venir en autobús porque soy una tonta que todavía no tiene carnet de conducir. Él vendrá esta noche y pasaremos el fin de semana aquí.

- ¿No es genial? -Dice Angy-. Lo único que necesita es una amiga.

- ¿Una amiga? -Repito.

-Sí, y no es bueno que se lleven más de un año que luego no comparten los mismo gustos y eso.

-Sí, venga, por un año.

-Mira -me dice Sam-, por lo menos que puedan irse de fiesta juntas.

-Para eso todavía queda mucho, ya conocerá a gente en el instituto.

-Luego tendré que estar pendiente de si sus padres son buena gente o no.

-Sam, si estás insinuando que Luke y yo...

-No, no, eso lo estás diciendo tú pero que vamos, no estaría nada mal.

-Vete a la mierda tío.

Sam deja a Priscila en la cuna y se acerca a darme un abrazo de los que solo él sabe dar para conseguir que después, tengas agujetas de lo fuerte que aprieta y teniendo en cuenta que sus brazos son dos veces los míos...

Algo en mi bolsillo empieza a vibrar y, a los segundos, a sonar. El móvil. Gracias a quién me esté llamando, me he librado de que las aguejetas me duren dos días; ahora me durarán uno.

Pero, ¿por qué me está llamando Pablo?

Pablo es hermano de Luke aunque no se parezcan en nada. Lo conocí antes de empezar a salir con Lucas porque iba a la biblioteca y a veces hablabamos de la única cosa que comparte con su hermano, el gusto musical. No lo he visto desde el día que Luke se iba a Orlando porque fue a despedirse al aeropuerto. Siempre ha ido un poco a su bola.

No somos de cristal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora