Que se quede.

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Pasea de izquierda a derecha observando las fotos de la pared de la habitación; me gustaría saber qué está pensando o al menos, que me contase una parte. Aunque las ideas de este nuevo (o viejo, como quieras llamarlo) Luke no me gustan, son tan inmaduras. A pesar de que no vaya a recordarme nunca más, espero que esa parte vaya cambiando y como poco, recupere su  personalidad.

-Yo voy a llamar -despego el culo del brazo del sofá donde llevaba un rato siguiendo sus acciones-  a Fa-Hsien mientras. 

- ¿A quién? -No aparta la mirada de las fotografías. 

-No intentes pronunciar el nombre, es difícil. Fa-Hsien es el chico que lleva el restaurante chino de la esquina, los domingos solíamos pedir comida para llevar de allí. Además, os llevabais bastante bien.

Fa-Hsien me propuso celebrar un fiesta sorpresa en su local con todos los amigos con los que solíamos salir en nuestros tiempos universitarios para darle la bienvenida a Luke. Hubiese sido genial reunirnos con ellos después de todo este tiempo pero, probablemente, Luke hubiese sufrido un ataque de ansiedad o algo parecido después de que más de cincuenta personas, que cree no haber visto en su vida, le dieran dos besos y le dijesen:  "Eh tío, te he echado de menos". 

Así que supongo que esto es mejor, más personal.

- Espera, espera. -Por primera vez desde que las vio, deja de mirar las fotos-. ¿A mí me gusta la comida china?

-Te encanta. 

-Dios mío, qué asco. ¿No podemos pedir pizza?

No recordaba que cuando lo conocí odiaba los restaurantes de comida asiática pero como a Sam y a Angy les encantaban, siempre acabábamos allí y no quedaban más alternativas. 

- ¿Pizza al mediodía?

-Sí, ¿qué pasa? ¿Alguien lo prohíbe?

Lo más triste de todo esto es que soy incapaz de reconocer que, ahora mismo, somos desconocidos y que probablemente, lo sigamos siendo el resto de nuestras vidas. Que Luke, mí Luke, no va a volver. 

Siento que se me humedecen los ojos y parpadeo repetidas veces para evitar las lágrimas.

- ¿Te pasa algo?

-No, no es nada -digo apartando el pelo de mi cara-. Llamaré a la pizzería entonces, ¿te da igual el sabor? 

Se encoje de hombros y se vuelve para seguir mirando la pared. Tiene un grave problema con esas fotos. 

Cojo el móvil y marco el número de la única pizzería de la que tengo el número y mientras espero a que alguien conteste, decido que voy a pedir una prosciutto y otra de seis quesos con la esperanza de que las ganas de comer que siempre tenía Luke no hayan cambiado. 

Cuando termino la llamada, me voy cuenta de que Luke ha dejado de mirar las fotos y se ha puesto a con la estantería. 

- ¿Todos estos libros son míos? 

-A ti no te gustaba mucho leer aunque a veces, cuando te recomendaba alguno, decidías empezarlo. -Me acerco hasta su mesita de noche y agarro el libro que hay sobre ella-. Este te lo estabas leyendo antes de...

-¿Sí? Pues debería llevármelo y terminarlo -dice con una media sonrisa-, no me gustan las cosas a medias. 

-Como quieras. 

-Y, ¿los discos son tuyos también? 

-Ni tuyos, ni míos, los coleccionábamos juntos. 

Se detiene a leer los títulos de los CDs y luego, se vuelve con una sonrisa de oreja a oreja.

No somos de cristal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora