Un mes más tarde.

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Estoy dándole una segunda mano a lo que sería el salón con pintura beis cuando veo algunas gotas verdes caer a mi derecha.

— ¿Tú eres tonto? —Le grito.

Luke está de pie en la cocina con la brocha  llena de verde en la mano, se está riendo. Seguro que se ríe de la cara de extrés-enfado que debo de tener. 

— No me hace ni pizca de gracia, ¿sabes? —Sin darme cuenta he salpicado pintura de mi brocha en su sudadera azul marino. 

— ¿Qué haces? Llevo toda la vida con la sudadera y ahora llegas tú y catapún. 

Me río, el hecho de que el sea tan inocente no significa que yo lo sea. Odia esa sudadera, lo sé mejor que él porque, es horrible. 

— Sí, ¿no? —Le digo moviendo la brocha para que salpique más pintura en la sudadera. 

— ¿De qué vas tía? —Moja la brocha en el cubo y mancha mis pantalones. 

Doy un grito, está loco. Son unos pantalones de chándal con más de dos o tres años pero, todavía me los ponía. Empiezo a correr por la casa para escapar de que los manche más.

Aunque no es nada del otro mundo porque tampoco podíamos permitirnos mucho, me gusta el loft que hemos comprado; principalmente porque compartimos descansillo con Angy y Sam y porque es pequeño y acogedor pero, a la vez, un espacio abierto, sin paredes (excepto por las del baño y la barra que tiene la cocina). Pero ahora mismo, maldigo que no haya puertas ni paredes tras las que esconderme de Luke y su amenazadora brocha. Así que corro e intento esquivarlo pero es imposible, él es más rápido.

 —Te pille —susurra en mi oído cuando consigue alcanzarme.

Rodea mi cintura con sus brazos, me quita la brocha y la tira al suelo; menos mal que lo forramos de papel y sabanas viejas. Me doy la vuelta para poder apreciar el brillo azul de sus ojos. Siento el calor de sus manos colocarme un mechón de pelo detrás de la oreja y, después, posarse sobre mi mejilla para acercarla a la suya. Nuestras bocas se encuentran fácil y rápidamente mientras me empuja despacio hasta la pared para retomar el beso con más fuerza.

—Luke —lo aparto despacio, apoyando mis manos en su pecho—, no vamos a llegar a tiempo.

Pero vuelve a buscar mi boca. La encuentra y me cuesta, como al fumador que le cuesta dejar el tábaco, no perderme en la suya.  Igual de adictas son mis manos a su fuerte espalda. Pero, sí, el es más rápido, yo soy más lista. Conozco su punto débil.

Consigo despegar sus labios de los míos y empiezo a darle pequeños besos por el cuello y él, se empieza a reír tanto que tiene que soltar mi cintura y alejarse para contenerse.

—No sé cómo lo haces pero siempre acabas ganando —dice recogiendo las brochas.

—Voy a la ducha.

Le revuevo el pelo cuando paso por su lado solo para oírlo quejarse.

Me ducho y visto rápido. No quiero que nos tengan que esperar, como siempre.

— ¡Luke! —Grito con el secador en la mano—. ¿Qué le pasa a esto?

— ¿A qué? —Pregunta asomando la cabeza por la puerta del baño con el mando de la Play en la mano.

—No funciona —muevo el secador arriba y abajo.

—A lo mejor es el enchufe.

Sale del baño y vuelve con el móvil y el cargador, que enchufa. La pantalla se ilumina y un rayo aparece sobre la batería. Funciona.

—Creo que vas a tener que renovar ese trasto.

Suspiro.

—Y ahora, ¿qué hago?

— ¿Tan mojado está?

Pongo los ojos en blanco y me llevo la mano a las puntas para que pueda verlo. Levanta las cejas. Sale del baño ignorándome. ¿Qué le pasa a este en la cabeza? Tengo que llevarme las manos a los oídos porque ha puesto, de repente, la música demasiaso alta. Es Know Your Enemy de Green Day.

Salgo, aún con las manos haciendo de tapones, decidida a tirar el maldito altavoz por el balcón y lo veo con una escoba en la mano haciendo de quitarra. Me mira y sale corriendo a por un colador y me lo pasa. En serio, ¿qué se ha tomado hoy? Me hace señas de que lo use como micrófono, le sigo el juego y empiezo a imitar que canto rock, doy pequeños saltos motivados y muevo mi cabeza de un lado a otro.

Esto me recuerda a que yo hicé una real actuación con tal persona que parece haber desaparecido de la Tierra. Ni contesta a mis mensajes ni descuelga el telefóno cuando lo llamo. Melanie me ha dicho que no pierda el tiempo en un estúpido como su hermano pero, necesito hablar con él. Llevo dos meses sin saber nada relacionado con Tyler, como si no lo hubiese conocido. Sólo las escasas veces que Melanie lo menciona, antes le preguntaba por él pero ya paso.

La canción se acaba y Luke va corriendo a apagar el equipo. ¿A qué ha venido esto?

—Ves —empieza a manosearme el pelo cuando vuelve—, ya está seco.

—Así que era eso —digo riéndome.

—Anda, vamos.

—Ahora, espera que me peine.

Entro en el baño otra vez. Después del bailecito rockero el pelo está seco pero lleno de enredos, así que tardo un rato.

—Venga nena.

Luke está apoyado en la puerta del baño mirando como me echo algo de rímel, mueve el pie desesperadamente.

—Cállate, que siempre te tengo que esperar yo a ti.

Abre la boca en señal de queja, la cierra e hincha las fosas nasales y los mofletes. Si no fuese con prisa, le echaría una foto.

—¿Sabes? —Dice al minuto—. El mundo sería mejor sin espejos porque los guapos no perderían tanto tiempo mirándose.

—Llevas razón —aparto la mirada del espejo y la poso en su camisa blanca—, y los feos como tú, no os sentiríais mal al ver vuestra cara.

—Oye, eso ha dolido.

—Lo sé —le digo dándole un beso en la mejilla.

Estamos ya en el coche y aún se restriega la cara para quitarse el pintalabios. No sé porque pero estoy algo nerviosa, la familia de Luke me cae muy bien pero llevo tanto tiempo sin verles.

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Este capítulo está dedicado @Bibi_18, gracias por leer!!

No somos de cristal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora