Último beso.

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-No me digas que no tienes hambre -es la quinta vez que lo menciona- porque yo me estoy muriendo.

-No entiendo cómo la gente de esta familia puede comer tanto -le digo acordándome de Tyler y su pasión por la comida.

-Eso es porque no conoces a mi madre, esa mujer no come nada -me cuenta Melanie mientra entramos en la casa.

Yo más que hambrienta, estoy cansada así que no dudo en tirarme al sofá. Sí, como si estuviera en mi casa; no soy de las que se corta. Eso sí, no subo los pies con los zapatos de la calle.

-No me recuerdes a tu madre anda -le digo mientras me quito las zapatillas-, que me he quedado con las ganas de conocerla.

-Es que ha sido una visita un poco inesperada y la mujer llevaba ya un tiempo planeando volver a Barcelona.

Anoche, estuvimos hablando hasta más de las tres pero supongo que es lo más normal; cuando alguien lleva tanto tiempo sin verse, siempre tiene un chorro de cosas que contar por mucho que haya intentado mantener el contacto vía mensajes o llamadas.

Además, esta mañana Melanie me ha llevado a dar un paseo por O'Conell Street. Dice que es una de las calles más importante porque hay un edificio al que llaman Oficina Central de Correos, también me contó no sé que historia de un levantamiento. Pero a mí lo que más me llamó la atención fue un cono de acero altísimo que había en el cruce de la calle, Melanie me ha prometido llevarme por la noche para verlo iluminado. Ahora mismo le estaba enviando a Angy una foto que nos echamos allí. En verdad, el obelisco no es tan alto pero destaca en comparación con el resto de edificio bajos de Dublín.

Pero, sinceramente, lo que más me ha impactado del paseo ha sido que, como unas cinco personas, han parado a Melanie para sacarse una foto con ella. Se me había olvidado por completo que Sound of Tiguer eran ahora bastante famosillos aunque según me ha explicado, eso no es nada, cuando están en Estados Unidos apenas salen a la calle. Ha sido raro porque la gente que la ha reconocido, se quedaba pasmada, como si estuviesen viendo a alguien de otro planeta; y yo, bueno yo la veía tal y como cuando la conocí solo que ahora ya no llevaba el pelo azul.

-Buenas -dice Tyler entrando al salón.

-¿Dónde te has metido hermanito mequetrefe? -Le pregunta Melanie ya que anoche cuando nos acostamos aún no había vuelto-. Que yo sepa no se tarda tanto en encerrar el coche, entre comillas.

-Bueno, a lo mejor no fui solo a encerrar el coche... -le responde mientras se sienta en el sofá colocando mis pies sobre sus piernas.

No sé de donde saca esas confianzas pero, no he apartado la mirada de la pantalla del móvil desde que entro y no pienso hacerlo ahora.

-No si ya -sigue diciendo la hermana-, nada más que por eso vas a hacer hoy tú la comida.

-De hecho, ya está hecha -dice para su sorpresa-. Te la he dejado en el microondas.

-Es que tú, ¿ya has comido?

-No, pero yo me voy a comer fuera.

-¿Te vas otra vez? Yo pensaba que habías venido para ver a...

-¿A Katherine? -Le interrumpe y consigue llamar mi atención, que aparto la mirada de la pantalla para encontrarme con el marrón de sus ojos clavado en mí-. Es que no me has dejado terminar la frase, ella se viene conmigo.

-¿Qué? -Grita Melanie como si fuese la portavoz de mis pensamientos.

-Ya -abro la boca por primera vez-, porque tú lo digas.

-Venga hombre, que yo no soy tan aburrido al fin y al cabo -protesta-. Es más, ya está todo en el coche y no me vas a hacer sacarlo ahora.

Miro a Melanie buscando una señal de aprobación, negación o lo que sea; ella solo encoge sus hombros y se ríe.

No somos de cristal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora