Detén el mundo.

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—Melanie —le digo interrumpiendo su interesante conversación sobre sus películas favoritas de la infancia—, espera.

Se para a mi lado y su cara adquiere esa expresión que una cara debe adquirir cuando ve un grafiti exactamente igual a su amiga ocupando más de la mitad de un muro que es casi el doble de la fachada de cualquier casa a la que alguna vez haya entrado.

Después de un minuto observando aquello y no solo aquello, sino también el mensaje que transmitían las letras en la camiseta del grafiti de mi doble: WOULD YOU GIVE ME A SECOND CHANCE?, es Melanie la que se atreve a abrir la boca.

—Quién quiera que sea el que haya hecho semejante cosa, es un genio.

Conozco una teoría según la que todos tenemos un doble en alguna parte del mundo. Siguiendo esto, hay dos opciones: 1) alguien a pintado a mi doble o a alguien que se parece mucho a mí o 2) soy realmente yo. Pero la segunda opción levanta muchas más preguntas que la primera:

¿Quién lo ha hecho? Obviamente debería ser alguien que me conozca y aquí en Orlando, que yo sepa, solo me conocen Luke, Tyler, Matt y Melanie, bueno y Lucy y Eric y sus hermanos, pero los últimos no me conocen tanto, ni disponen de fotos mías como para hacer esto. Y en cuanto a los primeros, he visto la cara de Melanie y no creo que se le de también la actuación; Matt, he pasado mucho tiempo con él y aún que lo hubiese hecho ¿para qué? No le veo ningún sentido. Tyler y Luke son las opciones más claras porque si me paro a pensarlo, Tyler se ha escabullido en varias ocasiones: cuando fuimos al centro comercial, a la peluquería... O a lo mejor lo hizo por la noche mientras dormíamos. Pero si me fijo en el mensaje de la camiseta la lista de sospechosos se reduce a Luke. ¿Me darías una segunda oportunidad? Está claro pero ¿por qué aquí?¿Como sabía que yo iba a venir cuando ni siquiera me ha llamado para preguntar cómo estoy?

Sin pensarlo, cruzo la carretera y me acerco a uno de los chicos que está haciendo el grafiti de un perro al lado del que parece una de mis selfies.

— ¿Quién ha hecho esto? —le pregunto señalando el dichoso grafiti sin pensar en qué tal vez he sonado demasiado directa.

—Eh... Hola —dice el chaval de aproximadamente unos diecisiete años que deja caer su pelo sobre la frente—, yo no tengo ni idea pero es clavadito a tí.

—  ¿Podrías decirme desde cuándo está aquí? —le digo.

—No exactamente —dice—, pero la última vez que vine no estaba.

—Y ¿cuándo fue eso? —le pregunta Melanie que salió corriendo detrás mía cuando crucé la carretera.

—A ver, el día que quedé con Nick para organizar la fiesta... —supongo que está pensando en voz alta— Pues ese día... ¡Fue el lunes por la mañana! Y el Martes cuando volvimos por la tarde ya estaba.

—Oh... Gracias —le digo y le hago señas a Melanie para que me siga hasta la cafetería.

Hablar con el chico no me ha ayudado a resolver si ha sido Tyler o Luke ya que conocí a Tyler el lunes por la mañana, esa misma tarde fuimos al centro comercial y él no vino porque antes le habían llamado para hacer algo importante que no llegó a contarnos, tal vez esto.

Le explico mi teoría a Melanie mientras ella se toma un café, yo estoy ya demasiado nerviosa como para aumentarlo. Decidimos buscar en la habitación de Tyler cualquier prueba que nos indique que ha estado usando spray pero sigo pensando que es absurdo, si lo hubiese hecho ¿por qué no nos lo iba a enseñar? ¿Por qué pondría esa frase?

Volvemos a la playa con los chicos e intento olvidarme del tema. Tampoco noto nada extraño en la cara de Tyler, si lo hubiese hecho, sabría que lo habíamos visto y aunque no fuese a preguntarnos, se le notaría tenso.

Estamos sentados cerca de la orilla, las olas rozan los dedos de nuestros pies pero no nos importa, no creo que nos estemos dando cuenta porque estamos inmersos en la belleza de la puesta de sol. Siempre he pensado que el amanecer y el atardecer son los mejores momentos del día, en los que te puedes dar cuenta de que ese tono dorado del cielo desaparece en la mañana pero siempre vuelve en la tarde, es bonito.

—Vamos a echar alguna foto —dice Melanie—, tengo mi polaroid ahí arriba. Oh, vamos si nadie se viene ¿quién me echará las fotos? 

—Oh, vamos —repite Matt imitando a la chica y se pone de pie.

—Aw, te amo —le dice Melanie y le da un beso en la mejilla—. Y vosotros no os vayáis mucho de la mano —nos amenaza colocando dos dedos en sus ojos y después señalándonos con los mismos, nos reímos y sale corriendo detrás de Matt.

Nos quedamos un rato sin decir palabra, seguimos buscando la línea que separa el mar del cielo; es él quién rompe el silencio:

— ¿En qué piensas?

No sé por qué pero siempre rompe el silencio con la misma pregunta. También es cierto que yo siempre le respondo con la misma afirmación.

—En Luke.

Lanza la piedra con la que antes estaba jugando y la vemos desaparecer en el agua naranja.

—Deberías de dejar de buscar la felicidad en el mismo sitio en el que la perdiste.

—Llevas razón —le digo y ahora, no le estoy mintiendo—, me gusta cuando hablas.

—Ajá —me dice con una sonrisa torcida—. Entonces, ¿puedo decirte algo más? —asiento con la cabeza— Sé que crees que merezco algo mejor, que lo nuestro no funcionaría, que yo no encajo en tu vida y te has encabezonado en que tú tampoco en la mía y que esos cangrejos de ahí van a acabar en el estómago de alguien pero todo eso, me da absolutamente igual porque lo único que sé y me importa es que me enamoré de tí y de tu rímel corrido.

—Wow, me has dejado realmente sin palabras —le digo y empiezo a aplaudir.

Se ríe, no sé si verdaderamente tiene gracia pero yo también lo hago.

—Esta es la parte cursi de la película en la que los protagonistas se besan en una bonita puesta de sol —dice— y todo el mundo en el cine empieza a babear.

—Pues si lo pone en el guión... —le digo y estrello mis labios con los suyos. Se lo debía.

Es un beso corto, cuando nos separamos nuestros ojos se encuentran y me siento tensa pero entonces, me agarra suavemente por la nuca y me vuelve a acercar a su boca; ahora me siento más relajada pero a la vez excitada, cada uno mis múculos y huesos tienen los pelos de punta. Paso mis brazos por su espalda, él apoya sus manos en mi cintura y sin darme cuenta, estoy sentada sobre sus piernas. Sus estables manos acaricían mis piernas, le doy pequeños besos en el cuello y noto como se eriza el bello de su espalda. ¿Podría pararse el mundo en este instante?

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¿Alguna vez habéis escuchado esa canción de Artic Monkeys que dice 'Stop the world 'cause I wanna get off with you'? Buah, es genial.

No somos de cristal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora