Capítulo III

482 48 41
                                    

Cuando amaneció no fue necesario que mi madre me despertara. Planché mi uniforme con mucho cuidado, pinté con plumón negro las raídas puntas de mis zapatos, le robé algo de colonia a mi padre, cepillé mis dientes y también mi cabello.

Me miré al espejo. «Está bien» pensé, con cierta tristeza. No sabía a ciencia cierta si lucía bien o ridículo, quizá un poco de las dos. Saber que me encontraría con Damon en la escuela hizo surgir una sensación a la que no puedo nombrar. Me apoyé en los fríos mosaicos de la pared del baño, observándome al espejo con insatisfacción. No quería parecer un ñoño. Entonces me arrepentí de mi cabello, así que lo humedecí y lo revolví. Cuando vi mi reflejo por segunda vez, me sentí feliz con el resultado. Anhelaba que Damon se percatara del cambio, quería que supiera que su llegada a mi vida transformó por completo mi realidad.

Imaginé lo genial que sería mi día y advertí que tenía sed. Me apetecía un vaso de leche con chocolate. Fui por mi mochila, palpé el bolsillo donde llevaba algunas monedas y salí de casa sin siquiera despedirme, dirigiéndome a una cafetería donde mi madre solía disfrutar de una rebanada de pastel mientras yo dibujaba figuras amorfas y coloridas. Admiré el cielo azul, sonriendo.

Me detuve a un bloque de Stanway para contemplar a los chicos que, al igual que yo, se dirigían a la escuela. De repente, sentí unas manos caer sobre mis hombros y presionarlos con suavidad, era Damon.

Lo examiné con rapidez y noté que sus zapatos ahora estaban descascarillados.

- Parece que hoy nos pusimos de acuerdo para intercambiar papeles - comentó, sorprendido.

- ¿Por qué?

Él se rió y dijo:

- Me inspiraste.

- Pero, ¿por qué?

- Vamos, se nos hará tarde.

Sujetó mi muñeca y me arrastró consigo en dirección contraria a Stanway. Era consciente de que, si mis padres se enteraban, iban a sentirse muy decepcionados de mí, pero no quería separarme de Damon. La media hora de almuerzo no nos era suficiente y las clases de geometría seguirían siendo una tortura aún con el Damon de papel en mi mochila.

La calle de los cafés estaba empezando a despertar. Casualmente Damon se detuvo en el mismo establecimiento donde yo compré la fría bebida de chocolate que todavía llevaba entre mis manos. Saludó a la mujer tras el mostrador. «¿Puede prepararme uno exactamente igual?» preguntó. Al principio, cuando le dijeron el nombre de la bebida, no pareció muy convencido. «¿Egg cream?» hizo una mueca. Resultó que el nombre era un engaño, ya que la fórmula no contenía huevo, sino leche, agua carbonatada y jarabe de chocolate. Él jamás había escuchado de ella, pero la moza nos mencionó que la receta provenía de los Estados Unidos y era muy popular en aquel país.

Anduvimos hasta su vecindario, yo confiaba en él, pero... ¿y si alguien nos veía y avisaba a los padres de Damon? Me quedé estático en plena acera, asustado.

- No te preocupes, yo cuidaré de ti - alborotó más mi cabello -. Asumiré toda la responsabilidad si somos descubiertos, Graham.

Me maravillaba que alguien tuviera el valor de sacrificarse por mí, era muy romántico. Rodeamos una casa abandonada e ingresamos a ésta a través del jardín trasero. Arrojamos nuestras mochilas y saltamos la pequeña cerca. Nos quitamos los suéteres, desfajamos nuestras camisas, deshicimos los nudos de nuestras corbatas y nos sentamos sobre la hierba. Yo permanecía intranquilo ante la posibilidad de ser encontrados y reprendidos.

- No pasa nada, ya he hecho esto antes - dijo -. Además, no hicimos tareas, así que... ¿por qué no mentir conque estábamos enfermos?

Dimos un sorbo al egg cream.

𝐃𝐨 𝐈 𝐌𝐚𝐤𝐞 𝐘𝐨𝐮 𝐅𝐞𝐞𝐥 𝐒𝐡𝐲? [𝐆𝐑𝐀𝐌𝐎𝐍]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora