Capítulo XVIII

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Me puse una playera de Damon, me subí los pantalones, me coloqué un par de calcetines limpios que me prestó mi amigo, me até los cordones de las zapatillas y fui encaminado hasta la terminal de autobús. Hubo silencio. Siempre que sucedía algo significativo había silencio.

Mientras contemplaba los autos pasar, pensé en lo grandioso que sería revertir el tiempo a cuando era un niño. Cuando solo me preocupaba jugar, dibujar y no perderme mi programa favorito en la televisión.

Aún cuando no habíamos discutido con Damon, aún cuando nos habíamos besado, aún cuando él me había hecho disfrutar, pareció que algo se rompió en nuestra relación. Habíamos violado el reglamento universal de la amistad; el que específicamente decía que no se debían desarrollar sentimientos por tu mejor amigo. Pero no, no sólo era eso. Habíamos perdido nuestra inocencia. Bueno... Al menos yo. «Quizá Damon se siente culpable» pensé «... O tal vez avergonzado».

Entonces le miré de reojo. Mantenía una expresión impasible y los rayos de Sol caían sobre su rostro, haciéndolo lucir como un ángel. Sonreí.

— Te extrañaré — declaré.

Una pequeña sonrisita se dibujó en sus labios. Asintió.

— ¿Tú no vas a extrañarme?

— No desayunaste nada — respondió en su lugar —. Espero no te desmayes en el camino, ¿crees poder aguantar hasta llegar a casa?

—No es como que esté tan lejos — contesté.

Y la charla falleció. Permanecimos de pie unos diez minutos más hasta que llegó el bus. Nos abrazamos incómodamente y yo subí al transporte. Cuando pagué el boleto, di la media vuelta para encontrarme una última vez con Damon, pero él me rehuyó la mirada al momento que se despedía moviendo la mano. Mi sonrisa desapareció.

El regreso a casa fue más rápido de lo que creí. Mi mente se mantuvo en blanco. Estaba exhausto de darle vueltas al asunto; de preguntarme cuál había sido mi error; de preocuparme si las cosas serán como antes o no. ¿Cuántas veces nos había pasado esto? ¿Cuántos silencios hubo antes de este? ¿Cuántas veces Damon y yo terminábamos sintiéndonos cómo basura?

Entré a mi hogar, dirigiéndome a la cocina. Siempre me encerraba en mi habitación primero, pero eso iba a cambiar. Abrí el frigorífico, saqué las sobras de la noche anterior y sin preocuparme por calentarlas, las vertí sobre el plato y fue a tomar asiento en el comedor. ¿Por qué hice todo esto? Porque la mesa estaba cerca de la sala de estar y en la sala de estar se encontraba el teléfono. Presentía algo.

Mientras desayunaba, pasó lo que pronosticaba. El telefonó comenzó a sonar.

— ¿Sí..? — dije con voz temblorosa al atender.

— ¡Que bien! — exclamó Damon a través de la línea —. Llegaste.

— Sí. Llegué.

— Que bueno.

— Sí.

Carraspeó un poco antes de volver a tomar iniciativa.

— ¿Supiste lo de la casa?

— ¿Qué casa? — pregunté.

𝐃𝐨 𝐈 𝐌𝐚𝐤𝐞 𝐘𝐨𝐮 𝐅𝐞𝐞𝐥 𝐒𝐡𝐲? [𝐆𝐑𝐀𝐌𝐎𝐍]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora