Capítulo XI

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— Graham — el director Smith se mostraba incómodo ante tan escandalosa situación —... ¿Tú escribiste semejante declaración?

— ¿Qué insinúa? — preguntó mi madre, agarrándome con histrionismo —. ¿Usted cree que mi hijo se arriesgaría a que los demás se burlen de él? Dios mío, que cuestionario tan estúpido.

Damon y yo intercambiamos miradas. Sus padres permanecían en silencio, podía sentir sus ojos sobre mí. Yo estaba muy avergonzado, quise mantenerme firme pero algo se quebró dentro de mí. Debajo de la compasión que me otorgaba mi amigo, sabía perfectamente que estaba enfadado conmigo, sabía que me despreciaba por no olvidar lo que vivimos en Rumania, sabía que me odiaba por ser tan imprudente. Fueron la voz de mi madre, la expectativa de los Albarn, los labios sellados de mi padre y la presencia de Damon que tanto hacía saltar mi corazón que me puse a llorar.

— Lo único que está haciendo es que a mi pobre hijo le dé un ataque de nervios — espetó mamá.

Damon saltó sobre su asiento y golpeó la superficie del escritorio, llamando la atención de los presentes.

— Graham, tú y yo sabemos muy bien quién es la persona que lo escribió — me observó con exasperación.

Sentado sobre la incómoda silla de cuero, sudando, llorando y con las manos de mi madre estrujando mis hombros, decidí mentir. Culpar a un inocente era un acto deplorable, pero Minnie se lo merecería. Me sequé las lágrimas, apreté la mandíbula y asentí con determinación. Mencioné repetidamente el nombre de la chica que fue mi novia, no solo limitándola a eso, sino que la difamé aún más — de lo cual no me enorgullezco —, dije que ya llevaba mucho tiempo robándole cosas a mis compañeros y que la había visto encerrarse con chicos en los cuartos de limpieza. Me vengué inventando una sarta de detalles sucios y repulsivos. Cuando terminé, Damon se quedó estupefacto, como todos los demás en la dirección.

El docente preguntó al fin:

— ¿Estás seguro de lo que dices?

— Nuestro Graham no es de mentir — soltaron mis padres.

Las manos me temblaban. Una parte de mí estaba satisfecha por la farsa y la otra había caído en el sucio y asqueroso contenedor de la culpa. En contra de mi voluntad, moví afirmativamente la cabeza.

Para disimular lo impresionado que estaba, Damon habló:

— Graham es un estudiante excepcional, señor Smith. Todo lo malo que hizo antes fue bajo influencia mía, él aún es muy inocente. Mírelo a la cara y dígame si usted cree que es alguien capaz de ingeniarse tales cosas sobre alguien. Minnie es una maldita arpía, pregúnteselo a los demás. Graham dice la verdad.

— Esta no es la primer incidencia de la señorita Walsh — dijo el directivo —, así que con la declaración dada, nos veríamos en la obligación de expulsarla — me vio directamente a los ojos, asumiendo que yo cambiaría la versión de los hechos —. ¿Sigues pensando que fue ella?

— Fue ella, esta mañana le presté mi libro de cálculo y me ridiculizó frente a todo el salón y fue a con los compañeros de Damon para esparcir sus mentiras. Claro que fue ella y sí, se merece ser expulsada.

— ¿Ve? Los muchachos no tienen porqué estar lidiando con esto, además, si Graham escribió eso, ¿qué tiene de malo? — intervino el señor Albarn —. Aquí deberían hallarse los alumnos que se burlaron de nuestros hijos.

— Lo lamento tanto, haremos lo posible por arreglar esta situación. Graham, Damon... Les prometo que esta situación jamás será mencionada de nuevo en los pasillos de la institución.

— ¿Y cómo se supone qué hará eso? — soltaron mi madre y Damon al unísono.

Terminaron dándonos el día libre por los “daños”. Cuando abandonamos la oficina, nos encontramos con una Minnie siendo amonestada por su madre mientras aguardaban en el pasillo. Nos miramos por última vez y le sonreí con una malicia poco propia de mí.

𝐃𝐨 𝐈 𝐌𝐚𝐤𝐞 𝐘𝐨𝐮 𝐅𝐞𝐞𝐥 𝐒𝐡𝐲? [𝐆𝐑𝐀𝐌𝐎𝐍]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora