Capítulo XXVIII

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"J.O."


La esencia de Brett Anderson me atormentó como un fantasma. Sí. Le di vueltas una y otra vez al consejo que me había dado. Nada más que la razón salía de su bonita boca, pero no iba a aceptarlo, no iba a ceder con tanta felicidad. ¿Por qué? Porque llevaba casi una década sufriendo y necesitaba dramatismo en mi vida, porque mi vida era jodidamente aburrida y yo estaba jodidamente obsesionado con Damon Albarn. Apenas Brett atravesó la puerta yo me eché a beber y a maldecirlo. ¿Quién era él? ¿Quién se creía? Era verdad eso de que se sentía superior a los demás, actuaba con una altivez insoportable, se creía el ser más inmaculado y divino de Inglaterra. Era un idiota. Damon tenía razón... o no. Sinceramente, estaba hecho una furia porque me rechazó. 

Decidí olvidar absolutamente todo. Empezaría una nueva vida, reiniciaría mi relación con Damon. Arrojé la botella de cerveza contra la pared y la hice tronar. Mi infancia, mi adolescencia y el principio de mi adultez quedaría en el olvido. No dependería de recuerdos. Una nueva década, un nuevo yo. Subí el volumen de la televisión y mientras escuchaba la música que pasaban por el MTV comencé a danzar sin ningún tipo de ritmo en particular. Llamaría a Damon, pero primero tenía que hacer otra cosa y esa era vomitar en el interior del contenedor de basura que estaba en la cocina. Fue como una purificación, ahora estaba listo. Alcé el teléfono y le marqué. 

Sonó el primer timbre, luego el segundo y al tercero se me estaba acabando la paciencia. Bufé, desesperado. 

«Sé que quiere comunicarse con Damon Albarn, pero aquí sólo vive Dan Abnormal. No se moleste en dejar mensaje porque no lo voy a escuchar». 

– Contesta, maldito imbécil – mascullé –:  Damon, soy Graham. Regrésame la llamada cuando puedas, necesito hablar contigo. Es urgente.

Escuché que tomaron el teléfono, mas no hubo respuesta; sólo una respiración. 

– ¿Damon? 

Silencio.

– Más te vale que hables, pendejo – dije. 

– Qué agresivo eres Graham – no era Damon, era una mujer –. Damon dijo que eras una persona muy pacífica, pero me has dejado una impresión muy distinta. 

Pude sentir como el poco contenido que quedaba en mi estómago se revolvía. Los intestinos se me hicieron un nudo. La cabeza me dejó de funcionar. 

– Quiero hablar con Damon. 

– Sí, en un momento.

Reinó otro silencio, pero esta vez fue incómodo. 

– ¿Harán las paces? 

– Creo que eso no es de tu incumbencia – hice una pausa y añadí –: ¿Quién eres? 

– La novia de Damon, creí que él ya te había contado. 

– Ah. Lo había olvidado... Bueno, ¿pues qué tanto hace? No voy a estar pegado al teléfono toda la bendita tarde. 

– Llamaste en un mal momento.

– ¿Qué tan malo?

El timbre de su voz me provocaba un malestar que me alteraba los sentidos, muy parecido al sentimiento que uno tiene cuando come algo en mal estado y pesca una infección y tiene que dirigirse rápidamente al baño. Sin exagerar. Bueno, quizá un poco. Oí cómo se pasaban el teléfono y a Damon soltar una risotada. De pronto el malestar se agravó. 

«– Parece que está borracho» dijo Justine. 

«– Últimamente así está siempre, es de acostumbrarse» respondió Damon. Decidí ignorarlo. 

𝐃𝐨 𝐈 𝐌𝐚𝐤𝐞 𝐘𝐨𝐮 𝐅𝐞𝐞𝐥 𝐒𝐡𝐲? [𝐆𝐑𝐀𝐌𝐎𝐍]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora