𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐂𝐀𝐓𝐎𝐑𝐂𝐄

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palabras correctas



𝐄𝐍 𝐂𝐔𝐀𝐍𝐓𝐎 𝐏𝐈𝐒𝐀𝐌𝐎𝐒 𝐄𝐋 𝐈𝐍𝐓𝐄𝐑𝐈𝐎𝐑 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐅𝐀𝐂𝐔𝐋𝐓𝐀𝐃, Azumi me toma del brazo y se oculta detrás de mí. Mis hombros se encogen por reflejo y hago un esfuerzo por tratar de adivinar qué es lo que le ocurre. Después de un minuto, comprendo todo al ver que Naoko se acerca corriendo con Jean a sus espaldas. Muy a lo lejos también viene Mikasa con un café en la mano. ¿Qué posibilidades hay en un día de encontrarnos todos de esta manera?

Ahora es Jean el que corre en frente de Naoko y me sorprendo, porque el hermano de Fermín es demasiado tiquis niquis como para querer perder la dignidad de esa forma. La mochila le rebota graciosamente sobre su camisa negra, y se ve demasiado estúpido con sus cabellos negros desparramados por toda la cara. Los dos. Con cada paso parecen espaciarse incluso más, hasta que ocupan toda la extensión del recibidor principal del edificio.

Ahora la situación ha pasado a ser algo... intimidante. Parece que se avecina una gran avalancha.

—¡Azumi! —le chilla Jean.

—¡Oye! ¡Jean! ¡Espera!

—¡La tarea!

—¿Ah? —pregunta Azumi con asombro, y asoma la cabeza por sobre mi hombro como un animal preso de la curiosidad.

Cuando se desvanece el sonido de sus pisadas apresuradas, aprovechan para recuperar todo el aire que perdieron. Una fina capa de sudor decora la frente de Naoko y Jean... que sus pulmones están saturados de oxígeno, parece un niño colorado, con las mejillas infladas y rojizas.

—¿Qué tarea, exactamente? —En realidad no sé a qué se refieren, porque ni siquiera nos han dado deberes pesados para hacer en casa o, por lo menos, no nos han dado nada que no se pueda hacer en los veinte minutos de receso antes de entrar a algún otro módulo. Jean se coloca al lado de Kaori y luego, saca el teléfono del bolsillo de su pantalón. Ojea todo muy por encima, como quien tiene prisa por llegar a algún lado. Y pienso: «¿A dónde?», porque nuestras clases comienzan en quince minutos.

Mikasa se acerca despacio hacia nosotros. Bebe su café y parece que no se entera de nada.

—¿No había tarea? —pregunta él, agitado. Me da impresión que su pecho se infle tan rápidamente, porque pienso que le dará un infarto en cualquier momento.

—¡Es lo que te vengo diciendo desde la madrugada, idiota! —le reprocha Naoko, recomponiéndose.

—¡¿Entonces?! ¡¿Por qué los demás estaban diciendo eso?!

—Mhmmm, no sé... quizá, ¿por bromear? —dice Azumi, con aire cómico.

—Mierda, chicas. De verdad me he asustado.

—¿Pero Naoko no te ha dicho que no había tarea? —cuestiona Kaori, mirándolo con los ojos tan abiertos que parecen salirse de sus órbitas. Siempre se exalta cuando la gente aparece de la nada y de forma brusca.

—¿De verdad piensas que creeré en el hermano de Fermín? —se excusa.

—No soy igual que el alcohólico de mi hermano —dice él.

—Iguales no, quizá... ¿Parecidos? —digo yo. Naoko me mira de forma recriminadora. Sus ojos se encienden como dos brasas y yo me muerdo la parte interna de la mejilla para evitar reír a carcajadas.

𝐇𝐎𝐖 𝐔𝐍𝐅𝐀𝐈𝐑 | 𝗹𝗲𝘃𝗶 𝗮𝗰𝗸𝗲𝗿𝗺𝗮𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora