𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐐𝐔𝐈𝐍𝐂𝐄

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hay amores que no son para todos
Parte uno



𝐄𝐍 𝐂𝐔𝐀𝐍𝐓𝐎 𝐋𝐋𝐄𝐆𝐀𝐌𝐎𝐒 𝐀 𝐋𝐀 𝐂𝐀𝐒𝐀 𝐃𝐄 𝐇𝐀𝐍𝐆𝐄, tanto ella como Petra estaban sacando un monto enorme de hojas en bolsas de consorcio. Eran verdes y estaban comidas por los gusanos. En verdad, su hogar parece un bosque verde y frondoso. Luego, entramos al recibidor para preparar las tazas de café, té, jugos y controlar las deliciosas galletas de chocolate y menta de Petra. Creí que éramos tan solo nosotras cuatro, pero al cabo de varios minutos, Auruo emergió desde una de las habitaciones próximas al corredor que conecta con la cocina. Esbozó una sonrisa graciosa cuando nos vio allí a todas juntas con restos de harina en la punta de la nariz. 

—¿Necesitan ayuda? —pregunta al llegar.

—De hecho, sí. Podrías ir haciendo la crema batida para las fresas que trajo Reiko —sugiere Hange.

Suelto un leve jadeo cuando con mis dedos tanteo la superficie de los panecillos dulces, y estos están demasiado calientes. Siento varios pinchazos en la piel al mismo tiempo. Retrocedo medio paso.

—Cuidado, Reiko. Deberías probar la cocción metiendo un palillo de madera —me dice Petra, riendo levemente. A Hinami se le ilumina el rostro al sentir el dulce olor del café mezclado con el aroma del pastel que Hange sacó del horno. Hecha humo por todos lados. Auruo de queja porque, de toda el hambre que carga encima piensa que no hemos traído la suficiente comida para aguantar toda la tarde.

—Tendrás el pastel, las galletas de Eren. En fin... no quedarás con hambre si eso te preocupa.

—¿Las galletas de Eren? —dice, confundido.

Miro a Hinami aguantando la risa.

—Hacer galletas es su especialidad —Luego, le guiño el ojo, esperando a ver su reacción cuando las pruebe. Auruo se sonroja, después sigue en silencio con su trabajo.

—¡Ey! Ha llegado Mikasa. Iré a recibirla —exclama Hange, corriendo con restos de harina en la cara. Quería dejarse el cabello suelo, pero en la cocina se lo recogía para que no se le escapen los pelos.

—¿Te gustan las galletas de chocolate y menta, Reiko?

—Jamás las he probado.

Petra me sonríe desde su lugar. Está apoyada en la encimera, al costado del horno a la espera de que sus "bebés", como ella les dice, se terminen de cocinar.

—Son de cacao. Hange me ha dicho que eres vegetariana y quise hacerlas para que tú pudieras comerlas igualmente. ¡Estoy ansiosa! ¡Quiero que las pruebes y me digas qué tal!

—No deberías haberte molestado —Un calor me recorre la cara en un segundo, sin saber qué decir cuando las personas se toman este tipo de molestas por mi tipo de alimentación.

—No es ninguna molestia. De verdad adoro cocinar.

—¿Has hecho algún curso?

—Tres en total. Habría hecho más de no ser por los estudios. Siempre me acortan el horario —bufa.

De pronto, Hinami a mi costado suelta un bufido que endurece su expresión que, hasta el momento, había sido pacífica. Se pone a acechar por la ventana que da al jardín de Hange y nos lanza una mirada de reojo. Yo, totalmente acostumbrada a sus disparates, sigo con mi tarea. Petra, quien la conoce desde hace unas pocas semanas, frunce el ceño y se queda inmóvil.

𝐇𝐎𝐖 𝐔𝐍𝐅𝐀𝐈𝐑 | 𝗹𝗲𝘃𝗶 𝗮𝗰𝗸𝗲𝗿𝗺𝗮𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora