𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐂𝐈𝐍𝐂𝐔𝐄𝐍𝐓𝐀 𝐘 𝐃𝐎𝐒

103 19 17
                                    


❝inevitable❞


𝐂𝐎𝐍 𝐋𝐀 𝐈𝐍𝐓𝐄𝐍𝐒𝐀 sensación de que algo se nos abalanzará en cualquier momento, giro la cabeza hacia los costados, horrorizada. Me recibe la bruma, el vacío de Aokigahara, y lo desolador de este paraje. De nosotros ni hablar. Es decir, puedo afirmar con convicción que ambos estamos heridos a nuestra manera —a mayor o menor gravedad—, por lo que atender nuestras heridas ocuparía un cargo importante en la lista que acabo de crear. Sin embargo, pese a que cargo con el cuerpo más magullado, me niego a ser un estorbo pidiendo que alguien me cargue.

—¡Dios mío! ¡Estás viva! —gimotea Eren sin aflojar su agarre. Dolorosamente aprieta mis costillas y me quejo; tras un par de segundos, las suelta.

—Eren —balbuceo. Mi vista se desenfoca cada dos o tres minutos—. ¿Dónde están los demás?

—No lo sé. ¿Qué fue todo eso...? Salí corriendo. Traté de seguirlos, pero sin luz era imposible reconocerlos —me dice apresuradamente—. Vi luces agitándose por todos lados. Eso fue todo... Era como si mis piernas no reaccionaran.

—¿Te siguió alguien?

Niega. El monstruoso sentimiento de la culpa vuelve a mí. ¿Qué tan difícil será salvar a todos mis amigos? Perdimos a Sasha de la peor manera posible, y ahora nos separamos. Quién sabe cómo estarán los demás. Dónde estarán. Qué harán hasta que nos reunamos entre las casualidades, pues este lugar es enorme y está cubierto de una embriagadora sensación de alboroto. 

—Reiko, estás sangrando por todas partes. ¡¿Te atacaron?!

—Caí por un barranco —mascullo.

—Carajo... De no ser por tus sollozos habría seguido de largo o hubiese salido corriendo pensando que eras el asesino...

Esbozo una mueca. A continuación, me coloco de rodillas al sentir una punzada aguda sobre los oídos. Eren dice algo que no puedo entender bien. Habla, y sus palabras son balbuceos que no tienen sentido. Sin embargo, me quita la mochila de la espalda y revuelve las cosas que llevo dentro. ¿Le habré dicho en algún momento que llevaba vendas por si nos encontrábamos con Sasha muy herida? Esto está mal. Estoy dejando de recordar algunas cosas importantes.

—Esto servirá.

—Guárdalas para los demás —murmuro, luego grito del dolor ante el ardor. Eren me tapa la boca rápidamente y me dice que si es necesario que muerda su brazo, que lo haga, pero que necesita desinfectarme la herida con alcohol.

Lo hago, con su debido permiso. Le clavo los dientes en su antebrazo, mientras él se apura en verter un poco del líquido en toda mi cabeza. Luego, la envuelve con un poco de vendas, ejerciendo presión; es incómoda, pero si tengo una leve hemorragia es la única forma de pararla. Tal vez por eso estoy mareada; ni siquiera sé cuánta sangre voy perdiendo hasta el momento. 

—Voy a intentar llamarlos —dice, sacando su celular y marcando el número del primer contacto de los chicos que le aparece.

Repito su acción; marco el número de Azumi temblorosamente. No me contesta. Vuelvo a intentar, pero es inútil. Tengo diecinueve por ciento de batería, y en cualquier momento bajará. Con la cabeza atascada en los malos presentimientos, ignoro el crujido de todos mis huesos al ponerme de pie. Me aguanto los sollozos para no preocupar a Eren.

A los cinco pasos la pierna izquierda se me dobla en un ángulo insólito, pero rápidamente vuelvo a ponerme de pie, pensando en que sentir esta clase de dolor tan agudo servirá para mantenerme despierta. Me aferro al torso de los árboles como a la vida, intentando ver bien el camino para evitar tropezar de nuevo.

𝐇𝐎𝐖 𝐔𝐍𝐅𝐀𝐈𝐑 | 𝗹𝗲𝘃𝗶 𝗮𝗰𝗸𝗲𝗿𝗺𝗮𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora