𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐂𝐈𝐍𝐂𝐔𝐄𝐍𝐓𝐀 𝐘 𝐒𝐈𝐄𝐓𝐄

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❝grave error❞


𝐌𝐔𝐄𝐕𝐎 𝐄𝐋 𝐂𝐔𝐄𝐑𝐏𝐎 𝐀𝐔𝐍 aguantando la respiración, corroída por los efectos del desmayo y la confusión al haber despertado de sopetón. Pero sé que quien toma mi brazo con fuerza es mi mejor amigo. Alguien cuyo terror resplandece con blancura en esta oscuridad atemorizante. Calcular cuántos segundos o minutos pasaron hasta que abrí los ojos es innecesario. Es decir, seguimos apoyados en estas paredes de piedra; escondidos en un conducto sin doble salida. Debemos aguardar hasta que los ruidos cesen para así poder hacer memoria del camino que tomamos. Creo que Eren esperó lo suficiente. Creo que tampoco transcurrió la "enorme" cantidad de tiempo que imaginé en sueños.

Una reja se abre o se cierra. Escucho el gimoteo de los hierros y las pisadas fuertes. Algo cae bruscamente al suelo, y por el ruido deduzco que se trata de algo con peso. Pero ¿quién podría suponer o darle forma a la incógnita, sabiendo que en la profundidad del bosque habita lo inhumano? Podrían ser más cajas como las que vimos, sacos de tierra, madera para armar fogatas y aguantar las heladas de la noche. Aunque aquí, en este subterráneo, el calor es sofocante.

Están o está aquí. Los pasos desprolijos son provenientes de un individuo. Si esta persona nos encuentra aquí escondidos, ya no hay escapatoria. ¿Habremos cavado nuestra propia tumba bajando hasta aquí? Puede que sí. Si logramos salir vivos de todo esto, puedo prometerme que nunca más volveré a quejarme de las estúpidas piedras que ofrece el camino cotidiano. Les diré a las personas que quiero todas las cosas que pienso, sin callármelas. Seré quien siempre quise ser y nunca mostré por miedo al qué dirán. 

Moriré sin arrepentimientos.

—Sigue aquí... No se ha ido —susurra Eren temblorosamente, pegado a mi oído.

Intento titubear, pero cada pensamiento se funde en lo más hondo del cerebro. Trago en seco, necesito agua; moverme sin alertar a quien esté en la habitación es una tarea de riesgo. Eren se asusta cuando se da cuenta de que tengo las intenciones de asomarme por el borde de la pared para ver de quién se trata. Clava sus uñas en la carne sensible de mis brazos y ahogo un jadeo. Da igual. Lo aparto lentamente y pego la mejilla a las rocas húmedas. Asomo lentamente el ojo derecho con temor. Nunca en la vida he temblado con tanta intensidad.

Parado en medio de la habitación, un sujeto nos muestra la espalda al tener la vista fija en una pila de cadáveres y huesos. Califico su aspecto en algo masivo. El miedo es absoluto al ser conejos enfrentándose a su cazador, sabiendo que los huecos en la tierra no servirán de nada para esconderse. Viste ropa gruesa, está encapuchado, pero en su espalda hay letras o símbolos escritos en la tela. Debido a la oscuridad se me dificulta reconocer si se trata de nuestro alfabeto. Sin embargo, espero hasta que la llama flamee hacia los bordes de la pared para aprovechar las milésimas de segundos para poder analizar mejor la situación.

Cuando el sujeto se pone en movimiento, mi pulso se detiene. Él camina hacia la reja para abrirla y salir de la habitación. No la cierra en ningún momento, pero sé que se aleja. Sus pisadas son fuertes. ¿Planea volver pronto? ¿Qué vino a hacer aquí? ¿Qué dejó? Cuando abre la puerta un pequeño soplo de luz hace que la habitación se ilumine por segundos. Asomo la cabeza y vuelvo a mirar hacia todos lados. Busco algo que no sé qué, y una arcada sale de mi boca que tapo rápidamente con ambas manos.

El cuerpo sin vida de Jean está encima de la pila de cadáveres. Lentamente, me vuelvo para quedar apoyada en la pared de roca. Respiro lenta y pausadamente mientras me pregunta qué es lo que vi, y quién era esa persona. Aquella sensación opaca cualquier otra que haya sentido. Eren, al ver que no soy capaz de ofrecerle una explicación, asoma su cabeza justo como lo he hecho y su boca de inmediato se abre. Quizá lo intuyó. 

Todos nuestros amigos se suman a la cadena. ¿Cuánto nos tocará a nosotros?

Me limpio las lágrimas. Estoy harta de todo esto. Me quiero ir. No he podido salvar a nadie. Todo es inútil. El infierno no parará si seguimos atascados en este asqueroso recoveco. Pero ¿ahora qué? Rodeo a Eren con mis brazos. Apoyo la mejilla en su hombro y trato de buscar su rostro en toda la bruma... No podemos permitirnos quedarnos ni un momento más aquí.

—Hay que irnos, Eren... —susurro.

No responde, solo asiente avanzando hasta el hueco, y se coloca boca abajo para poder bajar sus piernas. Gateo hasta quedar en la misma posición, y él me espera abajo con los brazos extendidos para agarrarme. El pequeño golpe de mis piernas chocando contra el suelo desata la sensación más incómoda y dolorosa después de haber estado en poco movimiento. Además, al atravesar el cuarto queriendo llegar a la reja, ambos evitamos volver a mirar el cuerpo sin vida de nuestro amigo. Pero es inevitable susurrar un pequeño perdón que, al fin y al cabo, se pierde. 

Ni siquiera somos capaces de caminar correctamente. Nos apoyamos de las paredes, cojeamos, armamos el camino en nuestra memoria, aunque todo se ve idéntico. No obstante, veo escaleras al fondo del pasillo. Escaleras que bajan, y desde ese subterráneo más hondo percibo ruidos indescifrables. Estar aquí es toparse con un mundo desconocido. No hay palabras, y tampoco conversaciones. Solo gritos.

Corremos en dirección contraria. Da igual si no encontramos el camino exacto, pues pongo fe en que todos estos pasillos estarán conectados y, en algún determinado momento, llegaremos a la salida. Nuestros pasos no buscan ser silenciosos. Evito respirar para que mis costillas ya no duelan tanto. ¿Dónde están los demás? Es imposible que estemos todos muertos. Me niego a pensar que somos los únicos que seguimos con vida. ¡Debe haber alguien más, incluso buscándonos!

—¡La entrada! —exclama Eren, señalando el pasillo de mano izquierda. Y es extraño que no alcanzo ni a responderle. 

¿Tiempo? Se detuvo en un instante. Pude ver desde el rabillo cómo su cuerpo cayó al suelo después de decir dos palabras. Congelada a su lado, giro la cabeza con esperanzas de que solo haya tropezado con las piedras salidas, aunque todo eso se disipa al ver las figuras enormes que están rodeándonos.

Han golpeado su cabeza hasta dejarlo inconsciente. Grito su nombre. ¿Por qué? Retrocedo dos pasos sabiendo que las escaleras están a pocos metros de nosotros. ¿Soy capaz de irme sin él? No alcanzo a tocar el primer peldaño. Choco con algo tan duro, que por momentos pienso que he llegado a alguna pared. Sé que no es eso. Giro la cabeza: hay un encapuchado tomándome por los hombros. Un golpe seco en mis costillas es lo suficiente para voltearme con violencia y, de pronto, también estoy en el suelo luchando para buscar aire. Han pateado mi cabeza justo como lo hicieron con él. 



𝐍𝐎𝐓𝐀 𝐃𝐄 𝐀𝐔𝐓𝐎𝐑𝐀

Dejé un poco descuidadas las actualizaciones de esta reedición, pero entre la universidad y la vida, estuve dándole más atención a Taxidermia, que está a nada de finalizar. Pero, eh.. ¿Mejor tarde que nunca? ¡Espero que hayan estado bien! Terminé otro añito universitario y en estas vacaciones quiero enfocarme en wattpad. Planeo terminar la reedición antes de fin de año. 


¡Nos leemos prontito! 

𝐇𝐎𝐖 𝐔𝐍𝐅𝐀𝐈𝐑 | 𝗹𝗲𝘃𝗶 𝗮𝗰𝗸𝗲𝗿𝗺𝗮𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora